Marina Picasso, la nieta vejada por el pintor, sigue subastando su herencia: esta vez, cerámicas

  • Propietaria de 10.000 obras del artista, la nieta a la que Picasso maltrató y rechazó saca ahora a subasta 126 piezas de cerámica en Sotheby's.
  • Marina Picasso ha retratado a su abuelo como 'destructor, vampiro' y cruel. 'He pasado toda mi vida tratando de escapar de la miseria creada por Picasso', afirma.
  • En 2015 empezó a vender la parte de la herencia de la que es dueña, incluido el palacete del artista en Cannes, para financiar obras benéficas.
Montaje de tres de las obras en cerámica de Picasso de la colección de Marina, nieta del artista
Montaje de tres de las obras en cerámica de Picasso de la colección de Marina, nieta del artista
Picasso: Earth & Fire - Unique Ceramics from the Collection of Marina Picasso - Sotheby’s London, 25 June 2015
Montaje de tres de las obras en cerámica de Picasso de la colección de Marina, nieta del artista

"Nadie en mi familia pudo escapar a su total dominio. Necesitaba sangre para firmar cada una de sus pinturas. He pasado toda mi vida tratando de escapar de la miseria creada por Picasso". La frase de resentido ajuste de cuentas es de Marina Picasso, una de las nietas del artista y la propietaria de la colección más valiosa del legado que dejó al morir el pintor más cotizado del siglo XX —y de la historia, según el baremo de los mercados de subastas—. La heredera empezó a vender en 2015 parte de las 10.000 obras de su abuelo, que considera una "herencia miserable" manchada de crueldad por "un monstruo".

Rica —medios del país donde reside, Suiza, cuantifican patrimonio en 2.000 millones de euros— pero cargada de cicatrices emocionales por el desprecio, los desplantes y la crueldad despótica del artista, que narró en Picasso, mi abuelo (2002), el nuevo capítulo en la venta catártica de las piezas de las que es propietaria —"están firmadas con sangre"— se celebrará en la sede londinense de la casa de subastas Sotheby's el 25 de junio. Se trata de un lote de 126 piezas de cerámica, que los organizadores de la puja titulan Picasso, Earth & Fire (Picasso, tierra y fuego).

Venta prevista de 6,3 millones de euros

El lote que sale a la venta, del que Sotheby's espera obtener 4,5 millones de libras esterlinas en ventas (unos 6,3 millones de euros), está compuesto por platos, fuentes, vasos, jarrones, mosaicos, vasijas y figuras abstractas en cerámica, un género del que quedó prendado en julio de 1946 tras asistir a una exposición en la villa de Vallauris y entrar en contacto con el matrimonio de Suzanne Douly y Georges Ramié, propietarios del taller Madoura.

En la primera visita al estudio y de manera informal e impulsiva, con la imaginación encendida, se sentó en un banco y pasó toda la tarde, sin aprendizaje previo, culminando tres piezas. A partir del año siguiente se hizo con un torno y empezó a elaborar cerámicas "con notable ingenio y espontaneidad". No abandonaría nunca esta práctica.

'Las figuras estaban vivas'

Claude, el hijo de Picasso, dejó constancia de los "vívidos recuerdos" del padre trabajando la cerámica para crear figuras zoomórficas, animales o formas de pura abstracción. "Trabajar con los elementos primarios, el barro y el fuego, le ayudaban a obtener resultados casi mágicos con medios muy simples. Era deslumbrante ver como los colores de sus cerámicas cantaban con un fuego interno: búhos que te guiñan el ojo, toros a punto de bramar... Recuerdo que yo tocaba aquellas figuras recién salidas del horno, todavía calientes, y estaban vivas de verdad".

Las cerámicas de Picasso han aumentado en cotización en los últimos años, sobre todo tras las exposiciones Picasso, painter and sculptor in clay (Picasso, pintor y escultor en arcilla), en la Royal Academy de Londres, y la antología reciente que le dedicó el Musée National de Céramique de Paris. Al tratarse del último artista en dominar todos los géneros, Picasso entendió la cerámica como una "actividad concurrente" a la pintura, el grabado o la escultura y no abandonaba su estilo ni temática cuando trabajaba con barro.

Marilyn McCully, autora de una monografía sobre la cerámica de Picasso, señala en unas declaraciones difundidas por Sotheby's que el artista mostró en las obras de este subgénero aparentemente menor "el sentido de libertad y felicidad que sentía en la postguerra" y aprovechó elementos tradicionales del arte español y en los motivos populares en la alfarería, sobre todo la andaluza. Como en pintura, "nunca miró hacia atrás" y "revigorizó las tradiciones con sus propia inventiva de formas, técnicas e imágenes". Su habilidad "resulta asombrosa todavía hoy", concluye.

'La miseria creada por Picasso'

El lote que se subasta en Londres es otro episodio de la venta de las obras de Picasso que su nieta Marina, que tiene 64 años, inició en 20015, para, según afirma, lograr dos objetivos: financiar obras benéficas para adolescentes con problemas y niños pobres en Asia y liberarse del recuerdo de un abuelo al que define como "manipulador, déspota, destructor, vampiro" y cruel. "He pasado toda mi vida tratando de escapar de la miseria creada por Picasso", ha declarado la nieta.

Dueña de unos 300 óleos, 7.000 bocetos y dibujos y el palacete de Picasso La Californie, en Cannes —que ha puesto a la venta por en torno a 250 millones de euros—, Marina se mueve con inteligencia para no saturar el mercado. Así se explica por qué mantiene un legado que, según afirma, detesta y recibió "sin amor".

El hermano de Marina se suicidó bebiendo lejía

La nieta del artista afirma que su fin es honrar la memoria de su hermano, Pablito, quien se suicidó bebiendo lejía unos días después de la muerte en 1973 de su genial abuelo, por cuya figura estaba enfermizamente obsesionado. Los hermanos eran hijos del primogénito del pintor, Paulo, y Emiliene Lotte, una mujer de ánimo inestable que nunca fue admitida por el suegro. Como castigo, Picasso condenó al ostracismo a la pareja y los nietos, a los que nunca ayudó en vida pese a que pasaron hambre.

"Pablito nunca encontró el menor afecto de Picasso. Ni a él ni a mí se nos permitió ir a su 88º cumpleaños, ni se nos autorizaba a cruzar la puerta de Mougins, custodiada por gigantescos perros afganos (...) La gente cree que al llamarse Picasso uno lo tiene todo, pero eso está lejos de la realidad. Uno posee cosas, desde un punto de vista material, mucho más que otras personas, pero hay tantas otras cosas importantes en la vida... Mi combate ha sido existir por mí misma, más que por ese apellido (...) No éramos más que la escoria del arte de Picasso", cuenta Marina en sus memorias.

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