Beyoncé inicia un twerking prodigioso, un tsunami de oscilaciones calipigias que eleva los glúteos mayores y estalla en los menores. Y que, en un día como hoy, cuando se celebra el Día Internacional de la Danza, arroja además un recordatorio sobre la relevancia que poseen los bailes urbanos (street dance), de donde ha tomado prestado ese balanceo nalgudo y voraz.
Hace ya cuatro décadas que el break dance quebró los códigos dancísticos conquistando el pavimento con un lenguaje invertebrado, bello y duro. Desde entonces, el baile natural del rap ha inspirado nuevas nomenclaturas, ha animado al crecimiento de otros estilos, ha metamorfoseado las pistas de baile con alma callejera y ha convertido el baile de las divas actuales en más agreste y contestatario.
"Hoy los bailes urbanos están en talent shows televisivos y en las coreografías de muchas artistas. Eso le da visibilidad", explica Carmen Turégano, responsable de la Asociación de Bailes Urbanos que abrió sus puertas en Móstoles (Madrid) hace seis años y que, desde entonces, ha duplicado el número de alumnos deseosos de aprender estilos como el house dance, el break, el popping y, sobre todo, "los más coreográficos, como el hip hop y el funky".
El renovado interés por el baile urbano es, sin duda, una noticia positiva para el street dance, que "hoy cuenta con más gente y con más posibilidades", opina Joaquín, alias BBoy Jarko, residente también de Móstoles y uno de los componentes del grupo de break Street Sound Crew. Aunque, en este salto, también hay contrapartidas. Por ejemplo, el hecho de que "los medios no siempre respetan el espíritu del género porque priorizan lo visual", explica su compañero de bboying David (alias BBoy Fiw). Un asunto que, para Joaquín, ha atraído a los "comegambas".
Desde la Ciudad Condal, Philippe Marchal, responsable del portal Barcelona Dance, también acusa el buen estado de una escena en la que en los últimos años han proliferado los campeonatos nacionales, muchos de ellos establecidos en Cataluña, y que tienden a ampliar su duración y sus categorías (en los últimos años, algunos incluyen categoría para padres). Entre las principales citas destaca el Urban Display (entre el 8 y 10 de mayo, en Cornellà de Llobregat, Barcelona) o la cita internacional Hip Hop Championship, que celebró el pasado domingo una clasificatoria en Barcelona y cuya final será en Las Vegas.
Pero la creciente atención que despiertan no es el único cambio que han experimentado algunas de estas danzas de calle, nacidas varias décadas atrás. Marchal subraya el reciente auge de la fusión del hip hop y el dancehall, este último el precursor del famoso twerking y de los movimientos más insinuantes que hoy proliferan en las actuaciones de Rihanna y Beyoncé. O, un poco más atrás, el interés por el wacking, un estilo que acentúa el papel de los brazos y manos con movimientos vertiginosos, pero que "ha sido muy castigado en los campeonatos".
También Carmen Turégano, de la Asociación de Bailes Urbanos (que este fin de semana celebra el campeonato Dancing 4 Life), resalta el crecimiento del ragga y el dancehall. Y BBoy Fiw, profesor de break dance en el centro, la inclusión reciente de nuevas fuentes en la disciplina que enseña, "desde la bachata o la salsa, a los ritmos africanos". Incluso se atreve a señalar el break como "el baile del futuro". "Es muy amplio porque no tiene normas", argumenta, antes de enseñar cómo su cabellera comienza a clarear por la parte superior, una de las heridas de guerra habituales entre los bboying (bailarines del género) a causa de los "trucos" (acrobacias y giros) realizados con la cabeza.
Más académica y de interior
Asimismo, el street danza parece haber dejado de pertenecer a la calle pese a aludir a esta desde su nombre. Excepto en el caso del break, hoy en día son las academias y asociaciones las encargadas de divulgar, bajo techo, sus consignas. Allí fue donde las aprendió Clara, una joven de 22 años de Arroyomolinos (Madrid), que hoy sigue bailando en la Asociación de Bailes Urbanos. "Mi madre quería que me apuntara a ballet pero me parecía demasiado estructurado, no era mi rollo. El hip hop es más libre, incluso te permite llevar la ropa que quieras, eres más tú", explica la madrileña, que cimbrea sus lumbares mientras se declara seguidora de la música negra y de los meneos de Rihanna.
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