Hubo un tiempo no muy lejano en que era prescriptivo llevar la cabeza cubierta. Era símbolo de estilo, de posición social, educación y cortesía.

No es necesario remontarse a aquellos siglos donde la aristocracia era protagonista de una competición por ver quién cubría su cabeza con creaciones más originales e impresionantes, sino que basta con remontarse a principios del siglo XX, donde todavía era parte irrenunciable del vestuario tanto femenino como masculino.

Será tras la I Guerra Mundial, y más concretamente con el cambio generacional experimentado en los sesenta, cuando el uso del sombrero empieza a declinar hasta convertirse en rara avis en el paisaje urbano.

Afortunadamente, hoy por hoy la moda se ha empeñado en poner en valor esta pieza, siendo incorporada en las colecciones de temporada de las principales firmas internacionales como Gucci, Saint Laurent Paris, Armani o Missoni. Ello es gracias en parte al éxito de series como Mad Men o la entronización de la estética hípster, así como al maravilloso trabajo de algunos artesanos, que han mantenido viva la llama de la creatividad delirante dentro del tradicional mundo de la sombrerería.

Mucho le deben el sombrero y el tocado contemporáneo al que es considerado el maestro por antonomasia, el gran Philip Treacy, que desde su irrupción en escena de la moda de la mano de la malograda editora de moda Isabella Blow, musa y amiga, elevó la sombrerería a la categoría de haute couture, rompiendo todos los códigos y normas preestablecidos en la creación de sombreros y tocados.

España no solo es un país con gran tradición sombrerera, como demuestra la pervivencia de empresas como ISESA, que este 2015 cumple 130 años de vida vendiendo sus productos en todo el mundo.

Son uno de los principales fabricantes de los típicos sombreros de la comunidad judía ortodoxa de la ciudad de Nueva York y con gran presencia en Israel, además de ser los artífices del famoso sombrero cinematográfico que portaba Indiana Jones en todas sus películas.

Aunque los exquisitos artesanos que se esmeran en adornar las cabezas de fantasía y arte son multitud repartidos por toda la geografía nacional.

Las firmas sevillanas Patricia Buffuna y Tolentino Haute Hats, las veteranas creadoras Candela Corts y Charo Iglesias en Madrid, Tousette by José Puerta en Barcelona, y los vallisoletanos Pablo y Mayaya son solo algunos de los ejemplos del buen hacer artesanal made in Spain.