Denuncias consecutivas
La investigación llega después de que durante dos cursos consecutivos hasta seis educadoras hayan causado baja y hayan denunciado los métodos y presuntos malos tratos de la coordinadora del centro. Las acusaciones de malos tratos físicos y psíquicos no han sido ratificadas por los padres de los niños, que, según el Departament de Educació, se muestran encantados con el centro.
Las ex trabajadoras denuncian que la coordinadora obliga a los niños que vomitan a comer sus propios vómitos, y si la comida se les cae al suelo es recogida y vuelve al plato. Las quejas apuntan también a problemas higiénicos para los 24 niños, como el hecho de disponer de una sola toalla para todos ellos.
En la denuncia acusan a la responsable de inflingir malos tratos, como tirones de pelo, pinchazos con el tenedor y cachetes. Detallan un castigo como ser atados o subidos a una silla encima de una mesa. Incluso acusan de haber rociado con colonia los ojos de los desobedientes.
Educació no ha detectado nada
El Departament de Educació ha efectuado varias inspecciones y finalmente decidió no actuar, ya que consideró que no había indicios de malos tratos ni de abandono de los niños. Simplemente se constató el incumplimiento de la normativa que obliga a tener los de diferentes edades en clases separadas. Para la conselleria, los métodos y criterios educativos de la coordinadora pueden ser cuestionados o discutidos, porque es muy «estricta» y de la «vieja escuela», pero también se reconoce su «estimación» hacia los niños. Los inspectores pudieron comprobar cómo los padres de los alumnos no mostraron ninguna queja, al contrario, estaban encantados. Al empezar el curso la inspección fue totalmente normal, pese a reiterarse las quejas.
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