Venezuela y España: quince años de tensas relaciones políticas, aunque con fructíferos negocios

  • España y Venezuela han pasado por una montaña rusa de sensaciones diplomáticas desde que Chávez ascendiera al poder en el país latinoamericano.
  • Con su delfín Maduro, los roces diplomáticos han persistido (el apoyo a la oposición, el asilo de terroristas de ETA, etc.).
El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en un acto gubernamental en Caracas (Venezuela).
El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en un acto gubernamental en Caracas (Venezuela).
EFE
El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en un acto gubernamental en Caracas (Venezuela).

En octubre de 2010 moría, exiliado en Miami, Carlos Andrés Pérez, que presidió Venezuela durante casi diez años. Días después, el expresidente español Felipe González, amigo íntimo a pesar de la diferencia de edad, escribía un obituario ensalzando su talla de estadista, defendiendo su legado reformista y evocando su "personalidad arrolladora".

En 2010, las relaciones entre Venezuela y España pasaban por un periodo de tensa calma. La furia bolivariana de Hugo Chávez y el recuerdo del "por qué no te callas" que el rey Juan Carlos le espetó, seguían intoxicando un ambiente ya de por sí enrarecido, donde los acuerdos comerciales y militares navegaban sobre un mar de reproches mutuos.  Hubo tiempos mejores que aquel 2010  –la etapa en la que CAP y González coincidieron en el gobierno–, pero también mucho peores.

Las relaciones entre España y Venezuela en la última década y media adoptan la forma de una montaña rusa (relativa calma con Rodríguez Zapatero, abierta hostilidad con los Gobiernos 'populares'). Una tensión que, asegura Carlos Malamud, catedrático de Historia de América de la UNED e investigador de Elcano para América Latina, ha dejado las "relaciones bilaterales muy afectadas".

Desde el fallido golpe de Estado contra Chávez en 2002, en el que Venezuela siempre ha visto la sombra del expresidente José María Aznar, hasta el recelo de España por la actitud hacia ETA de las autoridades venezolanas. Quince años de agrios desencuentros políticos… pero magros encuentros económicos.

El golpe de Estado contra Chávez

"Mira, Hugo, si yo hubiera querido dar el golpe y lo hubiera organizado, te aseguro que tú ahora no estabas aquí". Es el relato de los hechos que el expresidente Aznar ofrece en su autobiografía. Él no participó en el golpe de Estado fallido que en 2012 quiso acabar con la naciente etapa de Chávez en el poder. Y así al parecer se lo dijo en persona al ya fallecido mandatario.

Aznar y el recuerdo de la fallida asonada están íntimamente relacionados en la narrativa del chavismo. La postura oficial de Venezuela sigue siendo que Aznar instigó y apoyó a los golpistas que por unas horas apartaron de la presidencia a Chávez. En España, la controversia tuvo su punto álgido en 2004, cuando el entonces ministro de Exteriores de Zapatero, Miguel Ángel Moratinos, acusó a Aznar de respaldar el derrocamiento de Chávez.

Desde entonces, las acusaciones contra Aznar son un 'clásico' de los discursos oficiales de los líderes de la revolución bolivariana. Hace un par de meses, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, volvió a la carga asegurando que "Aznar es un asesino y debe ser llevado a la Corte Penal Internacional por la guerra de Irak y el golpe de Estado" en su país.

La larga sombra del "¿Por qué no te callas?"

La escena ha sido glosada infinidad de veces. Sucedió en 2007. La cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile habría pasado sin pena ni gloria de no haber sido por la reacción del rey Juan Carlos a la verborrea de Hugo Chávez, que por enésima vez acusaba a Aznar de "fascista" por "apoyar" el golpe contra él.

El rey, sentado en la mesa al lado del presidente Zapatero, alzó la voz para exigirle que se callara. Chávez se calló, pero las relaciones diplomáticas entre ambos países se torcieron desde aquel momento y en lo sucesivo. El "por qué no te callas" se recondujo ocho meses después, con la visita de Chávez a España y las bromas conjuntas con el monarca, pero el recelo mutuo se enquistó.

Los etarras refugiados, un tema recurrente

Las calles de las ciudades venezolanas son un retiro dorado para terroristas de ETA huidos de la justicia española. Los servicios antiterroristas españoles cifraban, a finales de 2013, en unos 60 los etarras que residen en Venezuela, muchos de ellos con causas judiciales pendientes en España. Hugo Chávez permitió a ETA convertir Venezuela en su mayor y mejor refugio en Latinoamérica y esa 'tradición' se mantiene.

Así, la situación no cambió tras la muerte de Chávez y la llegada al poder de su delfín Maduro. El gobierno y la justicia española, por su parte, piden periódicamente a las autoridades venezolanas información sobre los terroristas allí radicados. Entre los etarras se encuentran dirigentes importantes de la organización como José Ignacio De Juana Chaos o Arturo Cubillas, reclamado por la Audiencia Nacional.

En febrero pasado, el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz se refirió al a situación de los etarras en Venezuela. El titular de la cartera de Interior aseguró entonces que el Gobierno estaba estudiando la posibilidad de pedir la extradición de De Juana Chaos, pero a día de hoy no se ha procedido a dicha petición.

Evo Morales y el avión sin Edward Snowden

En julio de 2013, ya con Rajoy en La Moncloa, tuvo lugar otro incidente diplomático que, en esta ocasión, incluyó un tercero en discordia: el presidente boliviano Evo Morales. En plena tormenta internacional por el destino del ex analista de la CIA, Edward Snowden, Bolivia acusó a España y a otros países europeos de retener y pretender revisar el avión de Evo Morales para ver si dentro viajaba Snowden, reclamado por EE UU.

Aunque finalmente España se disculpó y Bolivia aceptó estas disculpas, Maduro se inmiscuyó en la polémica asegurando  que "el pueblo de España había solidario con Evo Morales y con Snowden" y diciendo que revisaría las relaciones diplomáticas con España tras el incidente. "Qué se cree el presidente Rajoy? ¿Qué los sudamericanos somos sus esclavos?", bramó el presidente, a pesar de que España había calificado de "artificial" el debate generado.

Malamud recomienda, para suavizar las relaciones y mejorarlas, "articular una política adecuada, evitando caer en provocaciones fácilmente aprovechables por la otra parte" como sucedió en el caso del avión de Morales. Para evitar más casos así en el futuro, el profesor de la UNED recomienda "trabajar conjuntamente con otros gobiernos latinoamericanos más allá de las absurdas posturas de confrontación del presidente Maduro".

Apoyo a la oposición venezolana

La detención del líder opositor al chavismo Leopoldo López en febrero de 2014, acusado de orquestar las protestas contra Maduro, provocó otro agrio roce entre las autoridades venezolanas y españolas. La imagen de Rajoy recibiendo en la sede del PP a Lilian Tintori, la esposa del político de la oposición, suscitó las iras de Caracas, y Maduro volvió a llamar a consultas al embajador español en Venezuela, la tercera vez desde que Rajoy llegó al poder.

No es la primera vez que Venezuela considera un gesto de desaire la actitud de España al apoyar implica o explícitamente a la oposición en el país. En abril de 2013, Maduro había reclamado la presencia del embajador español por las declaraciones del ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, que veladamente parecían no reconocer el triunfo del mandatario en las elecciones, lo que acercaba a España a las tesis de la oposición.

España ponía así en duda la limpieza en el triunfo electoral de Maduro. Una postura ambigua que se reforzó con la ausencia del por entonces Príncipe de Asturias, ahora Felipe VI, quien no acudió a la ceremonia de toma de posesión de Maduro como presidente, cuando lo habitual es que el ahora rey acudiera a todas las de un mandatario latinoamericano.

El 'affaire' Felipe González

Precisamente la defensa jurídica del opositor Leopoldo López ha suscitado este año la enésima polémica entre España y Venezuela. Felipe González, otra de las bestias negras españolas para el chavismo, anunció recientemente que se vestiría de nuevo la toga de abogado para defener a los opositores a Maduro.

Venezuela se tomó esta decisión de González como una "nueva intromisión" de España en sus asuntos al tiempo que aseguraba que el expresidente español "no podía ejercer la abogacía en este país". González, con la anuencia implícita del actual gobierno español, ha recrudecido el tono de sus críticas a Venezuela en los últimos meses. Si bien Maduro y su gobierno no se han quedado atrás.

Sin ir más lejos, este mismo jueves, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, ha criticado al Congreso de los Diputados español por pedir la liberación de los opositores encarcelados y ha cargado contra el expresidente González, al que ha acusado de "haber dirigido grupos paramilitares para asesinar personas que políticamente lo contrariaban a él".

Y pese a todo, el comercio no se resiente

Pese que la diplomacia entre España y Venezuela no atraviesa por buenos momentos, las relaciones económicas y comerciales entre ambos países siguen siendo importantes. Tan importantes como antes de que las relaciones se agriaran.

Pese a la tensión entre ambos países, España ha seguido vendiendo armas a Venezuela. De hecho, durante varios años, el régimen bolivariano ha sido el principal mercado de armas para España, aunque actualmente, y según un informe del Stokholm International Peace Research Institute (SIPRI) Venezuela en 2014 dejó de ser el principal mercado militar para España, bajando al tercer lugar.

Por su parte, las empresas españolas multinacionales desembarcados en Venezuela antes de la llegada de Chávez al poder (finales de los años noventa del siglo pasado). Si bien el peso de Venezuela en las inversiones españolas en el extranjero es de solo un 1% (según datos de 2013 del informe Doing Business), España ha sido uno de los principales inversores internacionales en el país de Chávez y Maduro.

Aunque las nacionalizaciones, una práctica a la que Chávez era muy dado, han afectado puntualmente a las empresas españolas, hay unas 118 compañías con sede en Venezuela, según datos del Instituto de Comercio Exterior (Icex). Los expertos no creen, en este sentido, que la dura retórica de Maduro –quien estos días ha llamado "rajado" al presidente del gobierno español y vuelto a anunciar que revisará la situación comercial con España– afecte a la hora de la verdad a las inversiones españolas, que fueron buenas durante la era Zapatero, pero que siguen siendo buenas en la de Rajoy.

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