Ralph Pucci, el fabricante de maniquíes que introdujo arte y sorpresa en los escaparates

  • Nueva York acoge la primera exposición en un museo sobre el diseñador e industrial que convirtió a los maniquíes en obras de arte y noticia.
  • Fue el primero en fabricarlos con la misma figura y aspecto que algunas de las grandes 'top models', entre ellos el de Christy Turlington haciendo yoga.
  • Hijo de los propietarios de un taller de reparación de maniquíes, Pucci ha colaborado con artistas para convertir al ubicuo elemento en interesante por sí mismo.
Maniquiés fabricados por Pucci según diseños, desde la izquierda, de Maira Kalman, Ruben Toledo y Robert Clyde Anderson. El de la derecha es un detalle del de Toledo
Maniquiés fabricados por Pucci según diseños, desde la izquierda, de Maira Kalman, Ruben Toledo y Robert Clyde Anderson. El de la derecha es un detalle del de Toledo
Collection of Ralph Pucci - Photos by Antoine Bootz
Maniquiés fabricados por Pucci según diseños, desde la izquierda, de Maira Kalman, Ruben Toledo y Robert Clyde Anderson. El de la derecha es un detalle del de Toledo

"¡El maniquí realista es un dinosaurio!", dice, entre enfáticos signos de admiración, Ralph Pucci. Merezca o no crédito la predicción y la vehemencia con que la pronuncia, conviene tenerla en cuenta porque este hombre es el responsable de llevar a los escaparates más importantes del mundo a los maniquíes más novedosos, arriesgados, transgresores y divertidos. Lo lleva haciendo desde hace más de tres décadas y ahora exponen sus obras en un museo de Nueva York.

Ralph Pucci: The Art of the Mannequin (Ralph Pucci: el arte del maniquí) es la constatación de que el ubicuo elemento también puede ser interesante por sí mismo, sin que importen las prendas de vestir que le coloquen encima. La exposición, la primera dedicada al pionero del maniquí como forma de arte y diseño intencionado, está organizada por el Museo de Artes y Diseño (MAD) de la metrópoli neoyorquina.

Mobiliario, decoración, hoteles de autor... y maniquíes

La ubicación tiene sentido: Nueva York es la sede de Ralph Pucci International, la empresa de mobiliario, artes aplicadas y decoración y, sobre todo, maniquíes, fundada y presidida por este emprendedor al que la vocación le viene de familia: sus padres eran propietarios de un taller de reparación de maniquíes del que nació la boyante corporación actual —la última iniciativa es un hotel de autor, con cada planta montada por un diseñador de primera fila—.

Pese a la expansión del negocio, lo que sigue dando placer, dinero y fama a Pucci es el diseño y fabricación de maniquíes, esas esculturas que ha ayudado a enloquecer: de los modelos clásicos, frecuentemente asexuados aunque naturalistas, casi humanos aunque sin vivacidad, Pucci ha pasado a los que imitan en elegancia y belleza a las mejores top models, recuerdan a una diosa griega o están basados en el arte urbano del grafitero y diseñador Kenny Scharf, autor de seres con cabezas de tornillo y un solo ojo.

Turlington y la cruzada antitabaco

La exposición recorre la trayectoria de Pucci desde los años setenta, cuando introdujo con timidez maniquiés para prendas de ropa dirigidas a mujeres activas que hacían jogging, buceaban o se dedicaban a la gimnasia y los estiramientos. En 2001, cuando la supermodelo Christy Turlington decidió lanzarse al activismo antitabaco y lanzar una línea de ropa para hacer yoga, Pucci fue de su mano con un maniquí totalmente blanco que imitaba con bastante realismo las facciones y medidas de la modelo. El figurín, que podía estar sentado en la postura del loto, la del saludo y algunas otras katas orientalizantes, fue un boom y pobló las tiendas de medio mundo.

En ese momento Pucci tuvo la revelación de que los maniquíes llevaban demasiados años en una especie de limbo atemporal: mejoraban en calidad de materiales, duración y tonos de piel, eran más ligeros y a veces se les permitían ciertas libertadas —pezones para los femeninos, una especie de emulación de paquete sexual para los masculinos—, pero seguían el mismo canon de los del siglo XIX y principios del XX. Pucci decidió convertirlos en piezas de arte que borrasen de un plumazo su condición arcaica de fetiche o, lo que viene a ser lo mismo, que trajesen el fetichismo a la sensibilidad del siglo XXI.

Mujeres andróginas e imponentes como hombres helénicos

A partir de entonces ha colaborad0 en la creación de líneas inesperadas y deslumbrantes. Entre los treinta modelos que se muestran en la exposición de Nueva York, que permanecerá abierta hasta el 30 de agosto, están los más logrados diseños de Pucci. Desde The Olympian Goddess (Las diosas olímpicas), que creó en 1986 en colaboración con el mítico diseñador de interiores francés Andrée Putman: mujeres con proporciones de hombres helénicos, altas, delgadas, anchas de espaldas, andróginas, imponentes y colocadas en ocasiones sobre pedestales; hasta la colección creada en 2013 en colaboración con la gran top model de los años sesenta Veruschka (Vera Lehndorff), que diseñó un perfil de maniquí enigmático basado en al arte egipcio.

La paleta de Pucci es muy amplia: en la serie Motion se basó en las puestas en escena teatrales de Robert Wilson y en la colorida parafernalia del jazzista Miles Davis durante su época más psicodélica; para la serie Tango colaboró con la ilustradora y escritora infantil Maira Kalman para crear un elenco de tres hombres y tres mujeres de aire excéntrico típico de ciertos ambientes de Nueva York; con el fotógrafo hiperrealista Lowell Nesbitt patentó una colección de maniquiés masculinos particularmente homoeróticos, y con Ruben Toledo, uno de sus colaboradores de mayor confianza, ha logrado una deslumbrante síntesis entre el surrealismo y la cultura pop de los EE UU.

'Agentes de cambio'

El diseñador, dicen desde el museo, ha "ampliado los parámetros de una forma escultórica para que la creación de maniquíes refleje  las principales tendencias culturales de las últimas décadas". Si la supermodelo era un "maniquí viviente con personalidad", Pucci ha logrado hacer que el maniquí "deje de ser anónimo y tenga formas nuevas y desafiantes. Más que armaduras comerciales o formas escultóricas, sus maniquíes son agentes de cambio en nuestras actitudes hacia el cuerpo, la moda y la identidad individual".

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