«En mi casa no se leían las obras de Bécquer... siempre reinaron las ciencias», dice Francisco Fernández Gaspar, estudiante de segundo de bachillerato del colegio Retamar, en Pozuelo, para explicar de dónde le viene su vocación por la física.

Hijo de un ingeniero de caminos y de una química, Francisco es uno de los 30 jóvenes madrileños que la Comunidad homenajeará mañana tras haber obtenido distinciones en las Olimpiadas Nacionales de Física, Química y Matemáticas que se han celebrado este año.

Dos medallas de oro, una en física y otra en química, fueron para Francisco. Y un billete a Irán, donde el próximo 12 de julio empezará la gran Olimpíada Internacional de Física, en la que compiten unos 400 jóvenes de 70 países.

«Si ganas en un evento como ése tienes la vida solucionada, puedes estudiar en la universidad que quieras...», cuenta Francisco, cuyo hermano también ha sido reconocido en las pruebas de química.

«No soy empollón»

Amante del tenis, de esquiar y de salir con los amigos, Francisco, de 18 años, echa abajo la idea de que el mundo de las ciencias es más bien para los empollones. «Yo creo que lo que hay que tener es orden y utilizar el tiempo estipulado para estudiar. No hace falta dejar de salir», cuenta.

Casi de la misma opinión es David Alfaya Sánchez, de 16 años, estudiante del instituto José Luis Sampedro, de Tres Cantos, otro de los homenajeados. David se alzó con una medalla de oro en matemáticas, una de plata en física y una de bronce en química, lo que le permitirá disputar las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas que se celebrarán en Vietnam del 22 de julio al 1 de agosto.

«No soy el típico empollón y no me gusta ir de eso», dice David, «un buen alumno» y aficionado al piano y al ajedrez. Todavía con un año de estudios secundarios por delante, David no se plantea la carrera que quiere seguir en el futuro. Eso sí, tendrá que ver con las ciencias.

Las matemáticas, según David, enseñan a razonar. Por eso no hacen falta tantos conocimientos. Dentro de ese fascinante mundo, a este estudiante madrileño lo que más le gusta es «la teoría de los juegos», una rama que sirve para aplicar juegos en clave matemática a distintos ámbitos de la sociedad, como la política y la economía. David es un apasionado de las mates desde que tenía nueve años.