Sergi Doria novela a un estafador catalán del siglo XX de repercusión internacional

  •  En 'No me digas que me conoces', el escritor desvela la peripecia de Antoni Llucià que llegó a desplumar a poderosos bancos.
  • "Tenía mucha más clase que cualquiera de los estafadores de ahora, porque les pegó unos palos a los bancos que los dejó temblando".
  • Doria calcula que llegó a tener prácticamente una treintena de identidades diferentes, casándose en siete ocasiones (con seis nombres falsos).
Sergi Doria
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El periodista y escritor Sergi Doria se ha inspirado en la vida de Antoni Llucià, conocido a principios del siglo pasado como el rey de los estafadores, para armar No digas que me conoces, en la que a ritmo vertiginoso va desvelando la peripecia de un hombre que llegó a desplumar a poderosos bancos.

Diarios como The New York Times le tildaron de "maestro de los falsificadores", otros como Le Figaro escribieron de él que era "el rey de los ladrones", mientras que ABC lo calificó de El nuevo Fantomas, tanto por lo que consiguió con sus estafas, ingentes cantidades de dinero, como por sus cambios de identidad constantes.

Doria ha explicado en rueda de prensa que la primera vez que se cruzó con este personaje, nacido en Capellades (Barcelona) en 1890, fue hace ya muchos años cuando estaba preparando su tesis doctoral, y pensó que su vida alrededor del mundo merecía ser novelada.

En su opinión, Antoni Llucià Bussé, fallecido en su piso de paseo de Gràcia en circunstancias todavía no aclaradas a los cuarenta años de edad, tenía como único dios el dinero, pero ha querido subrayar que "nunca engañó a viejecitas ni se aprovechó de los pobres". "Tenía mucha más clase que cualquiera de los estafadores de ahora, porque les pegó unos palos a los bancos que los dejó temblando", ha apostillado.

Durante el tiempo que ha estado indagando en los documentos que todavía conserva la familia -al morir dejó esposa y dos hijos- y en numerosos diarios y revistas de la época, Doria ha podido seguir el hilo de su historia, desde que era un niño en su pueblo natal hasta sus idas y venidas por Latinoamérica, Nueva York, Suiza o Francia, lugares en los que dejó su huella como estafador.

Este seductor personaje, que acabó sus días "disfrazado de hombre gris", después de un par de décadas de zozobra en las que llegó a convertirse en Alfonso XIII en algunas ocasiones o de honorable cura que no daba absoluciones, fue un niño "posiblemente superdotado, que pronto dominó cuatro idiomas e hizo cursos de medicina".

Doria calcula que llegó a tener prácticamente una treintena de identidades diferentes, casándose en siete ocasiones -seis con nombres falsos- con mujeres a las que acababa burlando y dejando con los bolsillos vacíos.

El primero de sus actos delictivos pudo ser el que perpetró en la Academia Berlitz de Barcelona, donde empezó estudiando idiomas y acabó de director, "distrayendo para sí 3.000 pesetas".

Es, asimismo, un hombre que estuvo encerrado en dos ocasiones en un manicomio, la primera vez después de que en la cárcel de Cervera se enamorara de la hija del director y éste decidiera que para alejarlo de ella fuera diagnosticado de "idiotismo moral", una patología muy de los años veinte, relacionada con personas propensas a mentir.

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