Exponen en Madrid fotos inéditas de Bernard Plossu, el último gran cronista de la carretera

  • El fotógrafo francés muestra imágenes inéditas del Oeste de los EE UU tomadas durante sus míticos periplos como infatigable viajero.
  • Recién cumplidos los 70 años, sigue defendiendo la filosofía 'beatkink' de que la única escuela está en 'la carretera, la gente y dormir bajo las estrellas'.
  • Armado con un equipo ligero, Plossu ha recorrido el mundo desde finales de los cincuenta con la idea de que la máquina de fotos 'no es un pincel, sino una pluma'.
Bernard Plossu tiene predilección por los paisajes desiertos y las carreteras
Bernard Plossu tiene predilección por los paisajes desiertos y las carreteras
© Bernard Plossu - Cortesía La Fábrica
Bernard Plossu tiene predilección por los paisajes desiertos y las carreteras

Bernard Plossu (1945) pertenece a una estirpe de fotógrafos en extinción. Recién cumplidos los 70 años, el francés —nacido en Vietnam cuando el país era colonia— ha forjado su obra en y sobre la carretera entendida no sólo como vía de desplazamiento, sino también como metáfora de descubrimiento personal y exploración. La existencia en movimiento, que lleva practicando desde finales de la década de los años cincuenta, ha convertido a este cronista de la caminata y el silencio en el último de los fotógrafos beatniks.

Con una exposición en cartel en Madrid —en la galería de La Fábrica hasta el 31 de mayo—, la fotografía de Plossu es, como él mismo ha reiterado, el producto de un aprendizaje que tiene una sola escuela con tres aulas: "la carretera, la gente y dormir bajo las estrellas". Nada que ver con las prisas de la fotografía digital y su acumulación de los muchos disparos por segundo. " ¡Paso demasiado tiempo delante de una pantalla respondiendo a mis jodidos emails! No quiero ver también lo que hago visualmente en la pantalla de un ordenador (...) Odio la idea de tener una jodida memoria con 600 fotos, es muy malo para la inteligencia de la fotografía", declara con su proverbial vehemencia en una entrevista en la revista Ojos Rojos.

'Siempre preferí gastar mi dinero en viajes', no en una Leica

Armado con un equipo ligero y barato —sus grandes series están realizadas con su par de viejas y fieles Nikkormat de 135 milímetros y un sólo objetivo, un 50, porque jamás pensó en comprar la venerada Leica  por la que suspiran los reporteros ("demasiado cara, siempre preferí gastar mi dinero en viajes")—, ha recorrido el mundo como tomando notas de sus portentos y admirables habitantes.

"De hecho, la fotografía es eso: tomar notas", enfatiza. "Lo peor que se puede decir sobre la fotografía, es que es pintura. Con un equipo ligero, como la 35 mm., y tomando instantáneas, se puede decir que se está equipado para tomar notas. Mi aparato de foto no es un pincel, sino una pluma. A veces me pregunto si soy un fotoperiodista o un escritor que lleva una cámara".

Enamorado de España

Gran enamorado de España, país que protagoniza algunos de sus más memorables colecciones —entre ellas Barcelona, 1974, una crónica de un viaje a la ciudad que coincidió con la ejecución del anarquista Salvador Puig Antich, condenado a muerte por el franquismo, y Los años almerienses con cámaras de juguete, 1986-1994—, la exposición que ahora se presenta en Madrid contiene 40 obras, 25 de ellas inéditas.

Las fotos nuevas son imágenes tomadas en el Oeste de los EE UU en la década de los años setenta y presentan todas las características del estilo de Plossu: paisajes desiertos, escenas urbanas con matiz de irrealidad gracias al uso de velocidades de obturación bajas que crean un ligero desenfoque...

'No hay truco'

La obra de Plossu, dicen los organizadores de la muestra, es "una amplia respuesta a su vocación viajera" y, como el fotógrafo ha afirmado, procede de la sensibilidad de las películas francesas de la nouvelle vague , "un cine que era una manera de caminar con una cámara a la espalda y sin saber dónde estaba la magia, porque una foto es una foto y no hay truco". Todo empezó cuando tenía 13 años y viajó al Sáhara con una cámara Brownie Flash que le había regalado su padre. Aquel viaje fue para Plossu el inicio de una fiebre de desplazamiento: ha recorrido México, EE UU, todo el norte de África y la Europa mediterránea, Níger...

Galardonado en 1988 con el Premio Nacional de la Fotografía de Francia y en 2013 con el Premio PHotoEspaña, el veterano beatnik sigue fiel a sus normas: tranquilidad ("lo único que tiene prisa es el tiempo") y menosprecio por las supuestas cualidades artísticas de la fotografía: "El trabajo de un fotógrafo es ganarse la vida (...) Nunca digas de ti mismo: 'soy un artista'. Otros lo pueden decir, no tú".

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