El maestro, que trabajaba en un colegio público, impartía clases a dos menores (de 13 años) también en su domicilio.
El tribunal considera probado que el condenado les decía que las quería y las besaba en la boca y los pechos y realizó tocamientos vaginales.
En una ocasión, según la sentencia, las menores le masturbaron después de que él se lo hubiera pedido reiteradamente.
Les dijo que no contaran nada
El acusado les dijo que no contaran nada a nadie "porque tendrían mala reputación y la gente iba a pensar mal de ellas, que no dijeran nada a sus padres porque no entenderían nada".
El procesado confesó a la Policía los abusos en 2003, antes de que se iniciara la investigación.
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