María Dueñas: "No soy tan simple como para decir la estupidez de que los hombres son blandos"

  • Publica nueva novela, 'Misión olvido', la autora del exito literario y después televisivo 'El tiempo entre costuras'.
  • "Hemos perdido las maneras y son fundamentales para la convivencia. Necesitamos códigos de educación", reclama la correctísima María Dueñas.
  • "Alabo el gusto de García Montero pero yo prefiero escurrir el bulto".
María Dueñas publica 'La templanza'
María Dueñas publica 'La templanza'
JORGE PARÍS
María Dueñas publica 'La templanza'

A los 45 años escribió su primera novela, la publicó y pronto fue una de las más vendidas: El tiempo entre costuras (2009) ha superado los tres millones de ejemplares, ha sido traducida a 30 lenguas y ha sido una exitosa serie de televisión (la ficción más vista de 2014).

Doctora en Filología Inglesa y profesora en la Universidad de Murcia, María Dueñas (Puertollano, 1964), reconoce no haber sentido la necesidad de escribir ficción y no haberlo hecho antes de El tiempo entre costuras. Después llegó Misión olvido y ahora publica La templanza (Planeta), que sale con una tirada de 500.000 ejemplares.

A su personaje le falta templanza, ¿le parece que hemos dejado de lado esa virtud?

Sí, y la templanza es altamente deseable y carecemos de ella. El protagonista carece de ella, va arrebatado, a golpe de impulsos.

¿Y no vamos así la mayoría?

Él está intentando que no le muerda todo lo que lleva detrás. Tiene ese plazo de la deuda. Es impulsivo e intuitivo y hasta el final no encuentra esa templanza.

No es un jovencito de 20 años y sin embargo tiene la impulsividad de esa edad... 

Sí, es cierto que es de alguien joven esa impulsividad, pero en él hay cierto equilibrio entre ese ser más primario que va rápido y a la caza y esa madurez que también tiene quien está ya muy fogueado por la vida.

¿Ahí está su poder de seducción? Porque es muy seductor...

Me encanta que me digas que es seductor. Tiene un fondo muy animal de quien ha peleado para llegar y es muy adaptativo. Igual baja a la mina que va a la ópera.

¿Echa en falta ese tipo de persona?

Antes los ascensos sociales eran muy complicados, era muy difícil subir, bajar no, bajar siempre ha sido fácil. Por eso pelea tanto para no perder. Ahora las peleas son distintas, no tenemos objetivos tan únicos, estamos más dispersos. Y depende mucho de dónde venga cada uno.

¿Demasiada facilidad en la actualidad?

Sí, tenemos muchas más comodidades y eso altera nuestros objetivos, hace que pensemos que si no triunfamos en una cosa, ya triunfaremos en otra.

¿Cuál era su objetivo cuando escribió El tiempo entre costuras?

Publicar, no tenía otros objetivos más allá. Como cualquier escritor que empieza no me planteaba nada más.

¿Le costó?

No, soy una privilegiada, enseguida tuve agencia. Además la crisis no era tan fuerte, era otro momento.

Una privilegiada, pero no todo habrá sido cuestión de suerte...

No, claro. Empecé a escribir cuando ya tenía una madurez. Antes no lo habría conseguido.

¿No había escrito nada antes de El tiempo entre costuras?

No, me había dedicado a la vida académica. No había tenido tiempo.

¿Ni necesidad?

En absoluto he tenido o tengo necesidad de escribir. Mi necesidad entonces era afianzar mi vida profesional. La carrera del profesor de universidad es de obstáculos y no puedes quedarte atrás. Más aún si hay familia.

¿Ahora tampoco hay necesidad en su escritura?

No, sigo igual. Yo no tengo ningún gusano que me quiera brotar. La escritura para mí es algo más profesional. No me brotan a las cuatro de la mañana unas ganas irrefrenables de escribir.

¿Le molesta que a veces la hayan pintado como esa Cenicienta que de repente triunfó siendo como era una profesora universitaria?

No, ya no me molesta. Y también hay gente que toma en serio mi carrera anterior. Es un respaldo importante, le debo mucho a la vida académica.

¿La echa de menos ahora que se dedica en exclusiva a la literatura?

No me da tiempo a echarlo de menos. Y en cierta forma se parece, hay mucho de trabajo solitario en un profesor de universidad: muchas horas de investigación, de estudio, de preparación.

Si hace 20 años hubiera escrito El tiempo entre costuras y hubiera vendido como ha ocurrido no cree que entonces sí se le habría subido a la cabeza?

Me habría afectado más, y, sí, igual se me hubiera subido a la cabeza. Pero siempre he sido razonable y serena.

¿Templada?

Bueno, templada..., relativamente templada.

¿Y tan educada como parece y como casi 'reclama' que se sea con sus novelas?

Hemos perdido las maneras y son fundamentales para la convivencia. Necesitamos códigos de educación.

¿Y en cuanto a la otra educación, la académica?

Necesitamos un buen revolcón desde abajo: desde los 2 hasta los 92 años.

¿Le parece poco 'correcto' o educado que como escritora quieran 'situarla' ideológicamente?

Me parece fenomenal cuando los intelectuales lo deciden y se sitúan, le alabo el gusto a García Montero o Gabilondo, pero yo prefiero escurrir el bulto, ejercer el legítimo derecho a escurrir el bulto. No tengo ningún interés, pero me parece que escritores como García Montero dan prestigio y me alegra que haya gente con esa cabeza. Es reconfortante.

¿Reconforta y ayuda el éxito a seguir o presiona?

No tengo ninguna presión, no la siento.

¿Y eso cómo se hace?

Trabajando con seriedad, responsabilidad. Si me pasara el día pensando en lo que puede o no gustar, vender o no... Yo me encapsulo y trabajo.

¿Cuánto le da usted de porcentaje a la inspiración?

Un 10% o menos, el resto es trabajo y reflexión, no es que esté todo el tiempo tecleando. Hay mucho de estructurar, pensar, ordenar. Pero de inspiración, a mí poco. A mí no me vienen chispazos en el sofá. En el sofá estoy viendo una peli o leyendo algo que ha escrito otro.

¿De qué no escribiría nunca?

Algo futurista o de ciencia ficción. Pero no tengo un proyecto vital de lo que voy a escribir.

¿Dejaría de escribir?

No. Y no volvería a mi vida académica. Fueron 20 años muy valiosos que no cambiaría por nada, pero tampoco cambio ahora la escritura.

¿Lo peor que podrían decirle como escritora?

No me voy a apedrear yo sola. Que lo digan otros.

Está usted bien blindada...

Lo intento, no me voy a pillar los dedos, no quiero. Casi no hemos hablado de mi libro...

¿Reclama pregunta?

Bueno, sólo lo dejo caer.

¿Echa en falta que los periodistas le pregunten por el libro?

Es que prefiero que se hable del lanzamiento del libro.

Tipo Umbral...

Entiendo vuestro trabajo.

Y no se va a pillar los dedos...

Lo intento. Me gustaría hablar, por ejemplo, de que la tirada es de 500.000 ejemplares y eso en la época que estamos me llena de satisfacción, aunque también sea una gran responsabilidad con los lectores.

¿Es su opinión la que más le interesa?

Sí, aunque todas sean válidas.

Hay algo que está en su novela y que me gustaría preguntarle: ¿por qué en La templanza igual que en las otras dos la supervivencia es casi un personaje más?

Porque la supervivencia es una parte fundamental en la condición humana, no dejarnos caer y tirar siempre para delante.

¿Tuvo en sus inicios malas experiencias con los medios?

No...

¿Dijo en una entrevista que "los hombres son más blanditos de lo que parecen"?

No he dicho eso nunca. Es que a veces se ponen cosas en mi boca... Hay hombres durísimos y hombres blanditos. No soy tan simple como para decir esa estupidez de que los hombres son blanditos.  Son seres humanos y como tales los hay de todo tipo.

¿Cómo titularía usted esta entrevista?

Yo pondría: Aspiro a seducir a los lectores, no a que compren, no soy tan mercantilista, que se lo dejen y presten. Lo que quiero es seducir.

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