
El papa Francisco alentó este sábado a los jóvenes de Nápoles, ciudad en la que opera la mafia local, la Camorra, a reaccionar "con firmeza contra las organizaciones" criminales y pidió a los delincuentes que se conviertan y que "se dejen invadir por el amor y la justicia".
"Queridos napolitanos, viva la esperanza, no se dejen robar la esperanza. No cedan a la tentación del dinero fácil y de los ingresos deshonestos. Esto es pan para hoy y hambre para mañana", afirmó Jorge Bergoglio durante la multitudinaria homilía que ofreció a los napolitanos en la Plaza Plebiscito.
"Esto no trae nada bueno. Reaccionen con firmeza contra las organizaciones que explotan y corrompen a los jóvenes, a los pobres y a los débiles, con el cínico tráfico de drogas y otros crímenes", agregó.
En esta línea , el obispo de Roma les animó a que luchen para no dejarse "robar la juventud por esta gente" y para que "la corrupción y el crimen no desfiguren el rostro" de esta ciudad del sur de Italia.
Jorge Bergoglio también lanzó un mensaje para que no pierdan la esperanza y den, así, "frutos de vida nueva a esta ciudad: los frutos de la compartición, de la reconciliación, de servicio, de fraternidad". Finalmente, el máximo representante de la Iglesia Católica concluyó su discurso deseando que "el futuro de Nápoles no se resigne a plegarse sobre sí mismo, sino que se abra al mundo".
El papa Francisco inició un viaje a la región de Campania, donde ha visitado el Santuario de Pompeya y también a los vecinos del barrio de Scampía, conocido por su relación con la Camorra. A ellos les ha lanzado un discurso duro en el que ha afirmado que "la corrupción es sucia" y que "la sociedad corrupta apesta".
La sangre de San Genaro
El papa Francisco se sorprendió al enterarse de que supuestamente la sangre de San Genaro, patrón de Nápoles, se licuó parcialmente mientras estaba venerando sus reliquias, un hecho sobre el que bromeó y dijo que significa que el pueblo de Nápoles debe convertirse del todo.
Se trató de un extraordinario "milagro", tal y como anunció el cardenal napolitano Crescenzio Sepe, pues la sangre del santo no se licuó en las visitas a la ciudad del santo Juan Pablo II ni del papa emérito Benedicto XVI.
Tras el hallazgo, el pontífice argentino bromeó diciendo que sólo se había licuado a la mitad: "El santo nos quiere a la mitad, tenemos que convertirnos del todo", dijo.
El pontífice argentino realizó estas declaraciones después de ofrecer un discurso al clero, a los religiosos y a los diáconos permanentes de la ciudad. Fue un encuentro en el que el papa Francisco habló improvisando unas palabras y apartando los papeles con el discurso que tenía preparado: "Estoy aburrido de los discursos", dijo.
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