Pero Dylan no vino solo. Le acompañaba D. A. Pennebaker y su cámara, que siguió a Dylan las 24 horas del día, jornada tras jornada, en aquel legendario tour. Aquellas filmaciones se materializaron en Don’t Look Back, uno de los documentos más apasionantes de la historia del rock.
Ahora, más de 40 años después, el documental se ha reeditado en España y ha alcanzado el número uno en ventas. Es la prueba del éxito de un formato que ha cautivado a los grandes directores cinematográficos.
El Scorsese musical
Un monstruo cinematográfico como Martin Scorsese también ha tenido relación con la música. Se remonta a 1978, año en el que inmortalizó, en The Last Waltz, el último concierto de The Band –con invitados como Eric Clapton, Van Morrison, Neil Young o el propio Dylan–. En 2005 volvió a poner a Dylan frente al objetivo en No Direction Home.
Jonathan Demme, con la genial filmación de un concierto de Neil Young en Heart of Gold, es otro director de prestigio que ha coqueteado con la música.
Los homenajes son muy dados a plasmarse en celuloide. Leonard Cohen recibió uno en Sydney que acaba de estrenarse en la gran pantalla, I’m Your Man. Un concierto con un momento histórico: Cohen y U2 sobre el escenario. La magia del cine y la música, juntas.
En los camerinos con Johnny Cash
Las escenas de camerinos son un clásico en este tipo de documentales: mientras Dylan compite con Donovan a ver quién toca la mejor canción en Don’t Look Back, Johnny Cash le hace una audición a un nervioso principiante en Johnny Cash. The man, the world, the music. En Who the fuck is Pete Doherty?, un documental de la BBC, Doherty y Kate Moss protagonizan escenas íntimas.
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