El fotógrafo Daniel W. Coburn no quería seguir haciendo frente a las lagunas de su historia familiar. Entre las fotos que sus padres guardaban encontró imágenes inexplicables de las que nadie quería hablar: una persona jugando con una pistola, colocándola bajo su cabeza como si, entre la broma macabra y el anuncio de intenciones futuras, estuviese a punto del suicidio. Había también otras instantáneas de una pareja en las que la cara del hombre que tonteaba con el arma estaba rayada o arrancada...

Cómo resultado de una decisión curativa y necesaria para mantener la cordura, Coburn decidió elaborar un álbum familiar para rellenar los huecos en blanco. El proyecto, en el que trabajó durante diez años, culmina con la edición del libro The Hereditary State (La herencia familiar), una colección de imágenes que interpretan con lirismo sucesos dolorosos y de violencia doméstica.

La colección, editada por Kehrer-Verlag [112 páginas, 39,9 euros], es la antítesis de los apaciguadores álbumes familiares al uso. En la obra Coburn explora, según el mismo explica, "el trasfondo oscuro" de la historia de los suyos. El trabajo se completa con un cortometraje documental en vídeo dónde la madre y el padre del fotógrafo explican cómo sus vidas estuvieron marcadas por malos tratos domésticos durante la infancia, alcoholismo y el suicidio de un tío paterno de Coburn —el hombre que jugueteaba con la pistola en las instantáneas misteriosas de las que nadie quería hablar—.

Profesor de fotografía en la Universidad de Lawrence (Kansas-EE UU), la aproximación de Coburn a un tema que le implica de tal forma es sobrecogedora, hermosa y terrorífica al mismo tiempo. Frustrado por la falta de imágenes de "naturaleza verdadera" sobre la historia familiar, se propuso "crear un nuevo archivo, un suplemento potente para el álbum familiar roto". Mientras entrevistaba a sus familiares para conocer los detalles de los sucesos ocultos, hizo fotos en blanco y negro que intentan condensar la tristeza que sentía y la falta de respuestas a los enigmas que intentaba desentrañar.

Como si se tratara de una retrospectiva conceptual, intentado colocarse al margen pero no logrando tal imposible propósito, Coburn muestra una serie de evocaciones fragmentadas sobre la familia y su compleja red de afectos, memoria, amor y dolor. La colección, que puede verse como leyendo una sucesión de metáforas abiertas, incluye viejas fotos familiares intercaladas con otras realizadas por Coburn: retratos de niños que parecen levitar jugando a contraluz; la cara de Brenda, la madre, recorrida por las sombras complejas de un velo; paisajes invernales en los que parece imposible la supervivencia; momentos oníricos como el de un crío saltando en horizontal desde una cama, detenido en el éter como una aparición...

El trabajo de Coburn, dicen los editores, utiliza los álbumes de fotos familiares como "infraestructura visual para mostrar la ideología errónea del sueño americano", creando "imágenes de síntesis" que buscan "inspirar emocional y visceralmente" al espectador. La distribución internacional del libro añade un "componente conceptual" extra y esencial: hacer que The Hereditary State "llegue a otros hogares" y se convierta en un "álbum complementario de las colecciones de fotos de otras familias".

Coburn inicia el escalofriante y bello libro con esta declaración de intenciones: "Nuestras tragedias, nuestros triunfos, nuestros éxitos y fallos como personas, como amigos y como amantes giran en torno a un centro geográfico, espiritual y emocional. Llamamos a ese lugar hogar".