Juez no ve "indicio alguno" contra el amigo de Jonathan Moya en el crimen de bebé Míriam y sobresee

El Juzgado de Instrucción número 2 de Almería ha dictado el sobreseimiento de las actuaciones contra Raúl R.F., el amigo de Jonathan Moya, al estimar que no hay "motivos" para poder acusarle como "responsable o colaborador" del rapto y crimen de la bebé onubense Míriam ni "indicio alguno" de su participación "en el plan preconcebido" por el ahora único procesado por el asesinato de la menor.

El Juzgado de Instrucción número 2 de Almería ha dictado el sobreseimiento de las actuaciones contra Raúl R.F., el amigo de Jonathan Moya, al estimar que no hay "motivos" para poder acusarle como "responsable o colaborador" del rapto y crimen de la bebé onubense Míriam ni "indicio alguno" de su participación "en el plan preconcebido" por el ahora único procesado por el asesinato de la menor.

Cabe recordar que, si bien la Fiscalía no había formulado acusación contra él, sí lo había hecho el letrado de la madre de la niña, Gema Cuerda, quien interesaba para él cinco años de prisión por presunta complicidad en el secuestro mientras que la defensa de Moya González había apuntado hacía él en su escrito de conclusiones como la "persona que la hizo desaparecer".

El auto, dictado el pasado 11 y notificado este miércoles, hace referencia a que el cruce inicial de mensajes de texto a través de la aplicación 'Whatsapp' entre Raúl R.F. y Moya González, que sustentaron en un principio su imputación a raíz de un informe elaborado por la Guardia Civil, se "produjeron cuando la menor aún estaba en compañía de su madre y de Jonathan, y antes de que este se la llevara".

El letrado Carlos Ferre ha indicado a Europa Press que el juez instructor, Jesús Miguel Hernández, indica, asimismo, que de estos mensajes no se desprende que "ni fuera conocedor de la actuación o pretensiones" de su amigo al tiempo que alude a que no existe prueba científica "como huellas o ADN" que señale "su intervención en los hechos o siquiera su presencia en el lugar en el que se cometió el crimen".

Hace referencia, en esta línea, a las dos versiones contradictorias ofrecidas por el ahora único procesado por el crimen, quien en un primer momento le acusó para, posteriormente, exculparlo, e insiste en su resolución que no existe "vestigio de que estuviese próximo al lugar del crimen o en contacto con Jonathan Moya en el momento de la retención y muerte de la menor".

El auto, contra el que cabe recurso de reforma y subsidiario de apelación ante la Audiencia Provincial de Almería, viene a confirmar, según ha remarcado Ferre, "lo que llevamos sosteniendo meses, que no sabía lo que estaba tramando Jonathan ni estuvo en el lugar de los hechos", por lo que, a su juicio, Raúl R.F. "ha sido una víctima más de él".

Un único procesado por el rapto y muerte

La Fiscalía va a solicitar penas que suman 26 años de prisión para Jonathan Moya mientras que la acusación particular pide 29 años de cárcel. Según detalla en su escrito de calificación provisional del Ministerio Público, presuntamente golpeó a la pequeña con "gran fuerza y en repetidas ocasiones" con un objeto contundente en la cabeza para "hacerla callar porque lloraba" y la envolvió cuando "estaba todavía con vida" en un film transparente, provocando su muerte por asfixia.

Moya González, actualmente en prisión provisional por esta causa aunque tiene varias condenas en firme por delitos contra el patrimonio, habría introducido supuestamente a continuación el cuerpo sin vida de la pequeña en una bolsa de viaje "junto a su ropita y 15 piedras" para "arrojarla a una balsa de riego tras anudarle por fuera un bloque de cemento de grandes dimensiones" con el que se "aseguraba" de esta forma de que el cadáver "no saldría a flote".

El Ministerio Público asegura que tuvo retenida a la pequeña con vida desde el 20 al 24 de diciembre de 2012 en el interior del cortijo familiar donde se "escondió" tras raptarla y abandonar a su madre, con quien había mantenido una relación sentimental, "en un paraje deshabitado" de Fiñana (Almería) y que lo hizo pese a "los intentos reiterados de los agentes de la autoridad y los desesperados de la familia de la niña para que la entregase".

No apunta, sin embargo, en su relato de hechos qué movió a Jonathan Moya en su acción delictiva aunque a lo largo de la instrucción se apuntó que el procesado, quien ofreció hasta tres versiones de los hechos en las que hablaba de una muerte accidental de Míriam al caérsele de los brazos "cuando corría por el monte" o "de una mesa", podría haber actuado por precio para vender a la menor.

Los dos últimos informes aportados a la causa apuntaron, por un lado, que "no tenía alteradas su facultades" aunque sí recogía "rasgos acentuados como impulsividad y tendencia a conductas antisociales" y por otro, descartaban que, tal y como ha sostenido él, la muerte se produjese por una de manera "accidental" ya que las lesiones no serían compatibles debido a "los múltiples focos de contusión" y la "impronta de dedos en el tórax".

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