El exorganista de la Catedral narra las "suspicacias" y el "estado de miedo" que se vivía en la basílica tras el robo

Varios testigos tratan de acreditar que tanto Fernández Castiñeiras como su mujer realizaban distintos trabajos remunerados
Última semana del juicio por el robo del Códice.
Última semana del juicio por el robo del Códice.
EUROPA PRESS
Última semana del juicio por el robo del Códice.

El organista de la Catedral de Santiago durante el robo del Códice Calixtino, Joaquín Francisco Barreira, ha narrado este lunes en sede judicial las "suspicacias" y el "estado de miedo" que se vivía en la basílica compostelana tras el robo del manuscrito medieval.

Barreira ha comparecido en la octava sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de A Coruña contra José Manuel Fernández Castiñeiras, su mujer y su hijo por el robo del Códice Calixtino y de dinero de la Catedral de Santiago.

El testigo, requerido por la defensa, era organista de la basílica durante el robo del Códice y fue condenado a cuatro meses de prisión después de que la Policía localizase en su vivienda un facsímil del Calixtino, que reconoció que había sustraído.

Los agentes localizaron este facsímil en el transcurso de un registro de su casa, después de que el propio organista llamase a la Policía para requerir que registrasen su vivienda, dado que creía que "alguien" podía haber colocado allí el Códice Calixtino.

El hombre vivía en una dependencia de la Catedral que contaba con acceso a través de otras puertas, por lo que tenía la sospecha de que otra persona hubiese entrado en este lugar. "Yo declaré que pensaba que una o varias personas podían haber accedido a mi vivienda", ha declarado el testigo, quien ha reiterado que "no tenía la completa seguridad" de que en "algún rincón" de su casa "pudiese estar" el Códice. "En aquella época no había aparecido el libro que se estaba buscando y llegué a tener miedo de que eso ocurriese", ha sentenciado.

A preguntas de la Fiscalía, el exorganista ha reconocido que llevaba "cinco noches sin dormir" cuando llamó a la Policía y que se encontraba en "estado de miedo". "Todo este asunto, a todas las personas que estábamos en la Catedral, nos ha desbordado", ha explicado el testigo, quien ha señalado que "existían muchas suspicacias".

Empleo de costurera

Al igual que en la sesión del pasado viernes, este lunes han comparecido también en sede judicial siete testigos que, a preguntas de la defensa, han acreditado que la mujer de Fernández Castiñeiras realizaba distintos trabajos como costurera.

Los distintos testigos han acreditado que la mujer cosía en numerosas ocasiones tanto para ellos como para familiares y conocidos, una labor por la que obtenía remuneración. Dos de las declarantes trabajaban para una tienda compostelana para la que la mujer cosía ropa, aunque no estaba dada de alta en la Seguridad Social.

"La veía coser todos los días, incluso por las noches, desde la ventana", ha declarado una de las vecinas, que ha reiterado que la mujer "cosía mucho" y tenía "muchos encargos".

Además de acreditar estos ingresos, los testigos también han vuelto a reiterar que en la habitación donde cosía la mujer había "un cortinón grueso" y "opaco" que nunca vieron abierto. En esta estancia, en la que la mujer dijo que no entraba, se encontraba supuestamente el dinero en metálico que Fernández Castiñeiras tenía en su domicilio y que fue incautado por la Policía.

Finalmente, en la primera sesión de la última semana de juicio han declarado dos testigos que han acreditado haber sido clientes de Fernández Castiñeiras. Los dos hombres han apuntado que el principal acusado realizó para ellos trabajos de electricista durante décadas, por los que cobraba "en efectivo".

Renuncia a testigos

En la octava jornada de juicio estaban citados a declarar hasta 17 testigos a petición de la defensa que, sin embargo, ha renunciado a siete de ellos. Entre las personas que finalmente no han comparecido estaban estudiosos medievalistas y personal de la Catedral.

Tanto a la entrada como a la salida de los juzgados, la abogada de los acusados, Carmen Ventoso, ha reiterado su petición de nulidad para todo el proceso, alegando que la detención de Fernández Castiñeiras y los registros partieron "únicamente" de las grabaciones sonoras realizadas en su domicilio y que fueron declaradas nulas por el tribunal.

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