Ya no hay bar en la ciudad que no tenga suculentas tapas en los mostradores. Y aunque no sale barato, los fines de semana es difícil encontrar sitio en la barra para degustar desde el típico pincho al montadito tradicional o la miniatura más innovadora.
Este fin de semana no lo dudes, sal de tapas.
El centro de Zaragoza es el punto donde se concentran más bares dedicados a este arte gastronómico. Entre los más conocidos, los de toda la vida, están Los Cabezudos (c/ Antonio Agustín), que no defrauda, o los Vitorinos (c/ José de la Hera) con sus ricos boletus con foie. También La Bodeguilla de Santa Cruz, en la calle de su mismo nombre, sorprende con sus tapas elaboradas.
Y en papas, las bravas de Montesol (c/ Franco y López) o de Dumbo (c/Luis López Allué), a las que el ajo en la mayonesa les da un sabor inconfundible. Si nos fijamos en el precio las hay para todos los bolsillos.
En León XIII encontramos el Rincón, conocido por sus rinconcitos: una medalla de solomillo con bacón a la plancha. Vende cada día 150 y los fines de semana, el doble.
Como barato, el huevo relleno del Circo (Jerónimo Blanes). A un euro. También el Calamar Bravo (c/ Juan Moneva), buen lugar para saborear unos bocadillos que hasta el Príncipe degustaba cuando estaba en la Academia Militar.
La tapa se convierte para los creativos en un reto. Por eso este arte culinario no deja de avanzar. Los más exigentes cuentan con La Taberna los Zarcillos (c/ José de la Hera) y su ajoarriero con bogavante o la alcachofa con setas. Para chuparse los dedos.
Calidad y afición en los barrios
En los barrios de Zaragoza la calidad no decae. Pueden ser menos los establecimientos por metro cuadrado, pero también se pueden degustar exquisitas tapas. En Las Delicias, el Casa Agustín (c/ Jordana) tiene la mejor anchoa en salmuera, de la que vende a diario entre 800 y 1.000 a 0.90 € la unidad. En el mismo barrio, El Museo (avda. Navarra) sorprende con sus setas crujientes, un experimento que consiste en rebozar las setas de cardo en un ajo-aceite especiado. En la Almozara, el Cervino ofrece una extensa carta de tostadas, algunas de ellas con ingredientes sorpresa. Mientras, en San José, Hermanos Teresa combina su antigüedad con tapas de nueva creación.
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