«El día 27 no se puede quedar un voto en casa», comentó a los que le prometían su apoyo. «Y a los hijos hay que sacarlos de la cama», subrayó. «Soraya, búscame un trabajo», le pedía una joven gitana, Esther. «¿Que vas a hacer para los que tenemos hijos dependientes?», le preguntaba otro ciudadano. No había prisa, durante una hora y media se paró y contestó a los que se le acercaron y convenció, como a Maruja, a más de un indeciso. Por supuesto, también tuvo tiempo para las compras, unas bailarinas y un bolso, rojos.
Por su parte, el popular León de la Riva, dejó el trabajo de calle para la tarde y llegó al centro de mayores de Puente Colgante a la hora de la partida. «Bolígrafo o mechero», preguntaba. «Es el alcalde», le cuchicheaba una señora a su amiga. «Usted me atendió en el parto de mi hija», le comentaba otra. «Pues hace ya muchísimo», le respondió De la Riva, a quien lo de los besos no le va tanto como a Soraya. «No hombre, no voy a hablar, que estáis jugando la partida. Hoy sólo toca visita», subrayó mientras echaba una mano a la brisca con seis mujeres. Esta vez le tocó perder, aunque lo que cuenta es el día 27.
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