Tribunales: Exadministrador de Catedral no dijo que faltaba dinero para "no generar alarma", pero "sospechó" del acusado

Declara que Castiñeiras le dijo que había "pagado 300 euros a un marroquí" para que le "diese una paliza" tras romper relación laboral
Juicio por el códice
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EUROPA PRESS
Juicio por el códice

El administrador de la Catedral de Santiago en el periodo anterior al robo del Códice Calixtino, Manuel Iglesias, ha afirmado este miércoles que sus "sospechas" sobre el autor de los robos de dinero que detectó en las cajas fuertes de la basílica se dirigieron al ahora acusado, José Manuel Fernández Castiñeiras, por una "serie de indicios" que le "parecían sospechosos". Aún así, ha admitido que no comunicó la falta de dinero para "no generar alarma"

El exadministrador ha comparecido como testigo en la tercera jornada del juicio que se sigue por el robo del Códice Calixtino, por el que están acusados tanto Fernández Castiñeiras como su mujer y su hijo.

"Había oído que había sustraído dinero en la Corticela", ha indicado el testigo, que ha apuntado además a "relaciones sospechosas con una empresa". A estos "indicios" se sumaba, además, la estrecha relación que Fernández Castiñeiras mantuvo en su momento con un antiguo administrador de la Catedral, Martínez Bretal, que se encontraba ciego.

"Tenía con Castiñeiras una amistad especial, de confianza mutua", ha explicado Manuel Iglesias, quien ha identificado como de su despacho y de la caja fuerte las llaves localizadas en propiedad del exelectricista, aunque él no se las había facilitado.

No generar alarma

Manuel Iglesias notó que "faltaba dinero" en las cajas fuertes que se ubicaban en su despacho desde 2003, cuando llegó a este puesto Sin embargo, la información de la que disponía era que sólo él disponía de las llaves de su despacho y de la caja fuerte, por lo que tanto él como el contable mostraron sus sorpresa cuando en los sucesivos recuentos detectaron un "desfase".

"Hicimos varios arqueos y comprobamos que las sustracciones se repetían", ha declarado Manuel Iglesias, que ha contado como él mismo y su colaborador eran los encargados de contar y transportar los fondos que ingresaba la Catedral. En este sentido, ha indicado que "tenía la convicción de que había alguien que tenía una llave de la caja fuerte".

Sin embargo, decidió no comunicar al Cabildo la falta de fondos con el fin de "no generar alarma", con la intención de detectar él mismo al ladrón. Al entonces deán, José María Díaz, sí le dijo que faltaban fondos, aunque no le concretó la cantidad.

El propio juez ha preguntado al testigo acerca de la "pasividad" mostrada ante las sucesivas faltas de dinero, dado que la detectó en 2003 pero no actuó poniendo cámaras hasta 2010, y ni siquiera entonces informó a las autoridades y a los miembros de la Catedral. "Yo tenía la certeza de que algún día descubriríamos la causa", ha respondido.

Cámara de vigilancia

Con la "esperanza de poder localizar a quien sustraía el dinero", Manuel Iglesias comunicó al deán que iba a instalar una cámara de seguridad en su despacho —algo que se hizo en el año 2010— para identificar al ladrón. No visionó las imágenes de esa cámara, que tuvo que ser cambiada por un fallo, porque "no sabía accionarla".

Además, "poco antes de la desaparición del Códice" cambió el dinero de caja fuerte y dejó en su despacho una "pequeña cantidad" como "reclamo" para el ladrón. Esta cámara captó a Fernández Castiñeiras entrando en la estancia y abriendo la caja fuerte, aunque las imágenes no fueron visionadas hasta después de localizar el Códice. Manuel Iglesias no habló tampoco de la sustracción de dinero a los policías que investigaban el robo del Códice hasta después de la detención de Castiñeiras.

AMENAZAS

Manuel Iglesias ha narrado, además, ante el tribunal las amenazas de las que fue víctima después de que Fernández Castiñeiras rompiese su relación laboral con la Catedral.

El acusado, junto con su abogado, mantuvo en su momento una reunión con Manuel Iglesias para reclamarle que le hiciese un contrato por sus labores en la Catedral, exhibiendo un contrato que, según el testigo, era falso, dado que Fernández Castiñeiras trabajaba como autónomo.

Aunque dejó de trabajar en la basílica a raíz de sufrir un ictus, su presencia en la Catedral era constante por una "autorización implícita" derivada de sus años de relación."¿Se puede decir que era una persona de confianza?", ha preguntado el abogado de la acusación. "Para mi no lo era", ha sentenciado el testigo.

De hecho, Iglesias ha contado que el exelectricista "llegó a amenzarle" diciéndole que "conocía todos" sus "hábitos de vida" y que había "pagado 300 euros a un marroquí" para que le "diese una paliza". "Me dijo que era el dinero mejor gastado de su vida", ha apuntado.

"Yo me lo tomé a broma, pero un día me vino un señor de apariencia marroquí a la sacristía y me dijo: con usted tengo yo que arreglar ciertas cuestiones", ha contado el testigo, aunque después de aquello no regresó.

Asimismo, Fernández Castiñeiras también se presentó en una ocasión "con el traje de faena" en la sacristía y le amenazó "con un palo", diciendo que si salía a decir misa "iba a haber más que sangre".

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