Marbella, deudas y corrupción

Los marbellíes quieren volver a ver restaurada la democracia en su ciudad.
El primer objetivo de los candidatos del PSOE y el PP a la Alcaldía de Marbella consiste en restaurar el buen nombre de la ciudad, mancillado por la corrupción. El socialista Paulino Plata quiere devolver a los 125.000 vecinos censados y más de 70.000 flotantes «el orgullo de ser marbellíes». Promete cambiar el logotipo de la ciudad y lanzar una campaña de imagen que les devuelva la autoestima. Su contrincante popular, Ángeles Muñoz, anuncia «un Ayuntamiento que no contamine el nombre de la ciudad» y pide la «confianza» de los electores. Ambos desean que los desmanes de los últimos 15 años no sean más que el sueño de una noche de verano.La tarea de los candidatos es ‘tamañita’. La gente no se fía de ninguno. Los trabajadores del puerto pesquero –ese que Plata quiere ampliar para convertirlo en «el Puerto Banús del siglo XXI, con un muelle para trasatlánticos a la entrada del Mediterráneo»– dicen que «todos entran a robar». Pedro, un viejo pescador, mira a sus compañeros y les pregunta: «¿A que ninguno renuncia al sueldo?». Y añade: «El alcalde gana 6.000 euros y cada uno de los 27 concejales se lo lleva crudo». Algunos vecinos llevan camisetas con la leyenda: Marbella nos duele.

El dolor se refleja  en el cuadro de honor del urbanismo corrupto. El  Ayuntamiento marbellí es el primero de la historia de la democracia que ha tenido que ser disuelto por corrupción. Lo disolvió en 2005 el Gobierno de Zapatero a petición de la Junta de Andalucía. Todos los concejales se hallan hoy procesados por el juez Miguel Ángel Torres. La gota Malaya –nombre de la operación contra la corrupción– arroja un balance provisional de 101 imputados y un patrimonio de 2.500 millones de euros inmovilizado como botín del pillaje. Lo que más fastidia a los marbellíes es que su último alcalde, Julián Muñoz, pagara las operaciones estéticas de su novia, Isabel Pantoja. Pero del que con mayor resentimiento se habla en la calle es de Juan Antonio Roca, un parado que llegó a Marbella y se convirtió en multimillonario.

El resultado de un urbanismo voraz que no ha respetado planes ni espacios protegidos son 60.000 viviendas ilegales y un Ayuntamiento en la ruina. Las cuentas de la gestora revelan una deuda municipal de 460 millones de euros.  Los ingresos por impuestos y transferencias del Estado suman 153 millones anuales y las nóminas suponen 138. El resultado es que Marbella sólo cuenta con 15 millones de euros para sufragar los servicios ciudadanos. La Junta de Andalucía ha hecho un préstamo de 26 millones.

El socialista Plata llega cargado de mapas, planos y planes, con el respaldo del Gobierno andaluz, del que ha sido consejero de Turismo, y promete infraestructuras e inversiones. Si en los últimos años se han construido 300 viviendas sociales, frente a 60.000 residencias ilegales a precios prohibitivos, Plata se propone edificar 1.000 pisos asequibles al año. La popular Muñoz no ofrece la plata de la Junta, pero asegura que hará del nuevo plan general de Marbella el instrumento para salir de la ruina. Va ganando en las encuestas y sus huestes la aclaman como alcaldesa. Con ese grito y el de «democracia, democracia», acallaron la protesta de los candidatos de algunas listas –se presentan diez junto a los partidos tradicionales– la noche de la pegada de carteles. Fue la noche que Marbella volvió a gritar «democracia».

Próxima entrega:  2. la izquierda ‘Abertzale’

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