El proyecto ideado por Isaac Díaz Pardo y Luís Seoane de la fábrica de Cerámica Sargadelos ligada al Laboratorio de Formas, complejo ubicado en el municipio lucense de Cervo, será Bien de Interés Cultural (BIC), tal y como aprobó este viernes el Consello de la Xunta.

Sobre este conjunto de edificios construido entre 1968 y la década de los años 70, situado en el lugar de O Rato, la Xunta resalta la "gran significación arquitectónica, artística, científica, técnica y cultural", por lo que se apuesta por favorecer su conservación a través de la máxima protección legal.

La declaración BIC incluye el edificio circular de Andrés Fernández-Albalat Lois, la vivienda de Isaac Díaz Pardo, el Auditorio y Departamento de Arte y Comunicación, la Escola de Tecnoloxía e Laboratorios, la marquesina ondulada de hormigón del aparcamiento, torres y pasarelas metálicas que comunican los edificios, el zócalo de piedra de la ampliación de la fábrica con sus murales y esculturas, el depósito de agua-mirador, el pequeño edificio de tratamiento de minerales, dos hornos experimentales y la Pía do Xunco con mosaico de Luis Seoane.

Empresa en dificultades

La protección BIC contibuirá a preservar el patrimonio legado por el intelectual Díaz Pardo, fallecido con 91 años en enero de 2012, pero la conocida empresa arrastra serias dificultades económicas que le han llevado a recortar trabajadores y a abrir un proceso de fusión de sus empresas, aunque la actual dirección ha dicho que esto "en principio no tendría que suponer ningún cierre" de sus plantas de Cervo (Lugo) o Sada (A Coruña).

Precisamente, una sentencia del juzgado contencioso número 2 de Lugo anuló el primer ERE de Sargadelos, que preveía el despido de 26 trabajadores de su planta de Cervo (Lugo), de forma que se ordenó que fuesen readmitidos en sus puestos de trabajo, aunque la actual dirección de la empresa sostiene que en realidad sólo se materializaron ocho despidos.

En su lucha por la supervivencia, Sargadelos sacó hace tan sólo unas semanas una nueva línea de productos, entre los que destacaban una figura del Apalpador, que según la tradición en zonas montañosas de Ourense y Lugo el día de fin de año baja para hacer obsequios a los niños.