El consumo en los hogares madrileños  ha sufrido una importante caída desde 2008. La crisis económica ha provocado un recorte generalizado del gasto en los últimos cinco años. Según los últimos datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), los hogares de la región han pasado de gastar anualmente 37.548 euros en 2008 a dedicar 32.550 en 2013, lo que supone una reducción del 13%. En la Comunidad de Madrid hay casi 2.500.000 hogares, según el INE.

El recorte ha afectado a casi todos los grupos de gasto. Los madrileños, por ejemplo, dedican ahora menos dinero a comprar ropa y calzado (-33%), al transporte (-21), a comprar mobiliario (-25%), a las comunicaciones (-20%) o al ocio (-27%), que abarca tanto la adquisición de entradas para espectáculos como el disfrute del tiempo libre en cafeterías, bares y restaurantes. También ha descendido el gasto en partidas claves como salud (-23%) y alimentación (-9%).

"Se ha notado mucho que los hogares disponen ahora de menos para gastar. Llevamos cinco o seis ejercicios con malos resultados. Nos ha tocado bailar con la fea. En tiempos complicados, las familias pueden prescindir de comprarse ropa o zapatos nuevos todos los años", confirma Luis Pacheco, presidente de  la Confederación de Comercio Especializado de Madrid (COCEM).

"La caída del consumo se ha juntado con un sector sobredimensionado. Antes de la crisis había en la Comunidad de Madrid unos 40.000 establecimientos de hostelería. Hoy la cifra está en los 32.000", explica Juan José Blardony, director general de la asociación de hosteleros La Viña.

"Es lógico que el gasto de los hogares haya sufrido un descenso como consecuencia de la bajada de los salarios", apunta el economista José Domingo Rosello, director del Boletin de Inflación y Análisis Macroeconómico (BIAM).

En estos cinco años, solo dos partidas del presupuesto de los hogares madrileños han resistido los recortes: los gastos relacionados con la educación (+33%) y con la vivienda (+1,6), que son de obligado cumplimiento y cuyo coste ha subido en los últimos años. "Es comprensible que el gasto en luz, gas y agua haya aumentado. Es increíble lo que han subido en los últimos años las tarifas se estos suministros básicos y universales", denuncia Antonio López, portavoz de la Confederación de Asociación de Consumidores y Usuario (CECU) de Madrid. Según datos extraídos de la oficina estadística de la Comisión Europea, Eurostat, el precio de la electricidad para los consumidores en España se ha incrementado más de un 70% y el del gas un 30% en los últimos siete años.

Pese a todo, los empresarios confían en que al cierre de este año la recuperación del consumo sea una realidad. "La expectativas para este año son de una vuelta al crecimiento", afirma Pacheco.

"La reconversión que han llevado algunos establecimientos está favoreciendo al consumo y ya hay algunos datos positivos. Las empresas de hostelería están realizando una mejor gestión de los recursos al no poder subir el precio", detalla Blardony.

"Las previsiones indican una cierta recuperación del consumo", ratifica Roselló, que advierte: "Para que volvamos a recuperar la tasa de ocupación (porcentaje de personas con empleo sobre la población con edades comprendidas entre los 25 y los 64 años) que teníamos antes de la crisis pueden pasar unos diez años, aunque en Madrid el proceso podría reducirse a siete. Si hablamos de recuperar el poder adquisitivo, eso tardará unos años más".

Juan Carlos y su familia son un claro ejemplo de los sacrificios que están haciendo las familias madrileñas en estos años de crisis. "No me compro unos zapatos desde hace tres años y ahora tiro mucho de las marcas blancas, que a mí particularmente no me gustan nada", explica este "funcionario mileurista", como se define. "Antes no miraba tanto los precios, pero en estos tiempos hay que mirarlos con lupa", añade.

Juan Carlos asegura que ha reducido drásticamente el presupuesto familiar que antes destinaba a ocio y restaurantes: "Salimos a tomar algo una vez al mes si se da el caso. Y si a la niña se le antoja una hamburguesa se la compro solo a ella para que se la tome en casa. Yo me conformo con un bocadillo de mortadela". También ha intentado gastar menos en energía. "He quitado el gas y lo he puesto todo eléctrico", afirma. Su mujer trabaja a jornada reducida en una tienda de ropa, pero el presupuesto "no da para más. Y dando gracias".

En lo único que no escatima es en su hija, que tiene seis años: "Queremos que tenga una cierta calidad de vida. Al mes se me van en ella unos 400 euros".