Las competiciones de ovejas que se celebran en Inglaterra se han convertido en la hermana pequeña, guardando las distancias, de los famosos derbys nacionales con caballos.
Hay algunas diferencias entre ambos, ya que las carreras de ovejas aún no mueven la misma cantidad de dinero en apuestas, ni hay jinete humano capaz de montarse a lomos de una de ellas, agarrado a la lana.
Tal vez por eso sus jinetes son algo más livianos: unos peluches de lana que aguantan estoicamente los vaivenes que les causan los animales en el trote desesperado por la comida que les aguarda en la meta.
La ganadora en esta ocasión fue Cabeza de Jenjibre, pero supo compartir el premio con sus compañeras.
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