Una carta que no llega puede cambiar muchas cosas. María Teresa tiene 23 años y vive en la pedanía murciana de El Puntal.

Hasta hace poco chateaba con un amigo de Madrid, pero al joven lo castigaron sus padres sin Internet y no les quedó más remedio que comunicarse por correo tradicional.

La joven contestó a una carta del madrileño en la que le confesaba su amor. Pasaron los días y la respuesta del chico no llegaba.

20 minutos halló la carta de María Teresa tirada en el suelo, abierta, al lado del buzón de la calle Mayor de Espinardo. Se la devolvió y, con ella, también la ilusión.

Había otras dos cartas, una de ellas de una empresa murciana con un pedido para otra de Valencia. La fábrica valenciana dijo a 20 minutos que, sin la carta, habrían perdido un cliente «porque sólo cuando son de toda la vida saben que las cartas se pierden y nos llaman para ver qué sucede».

Correos achaca la aparición de las cartas en el suelo, abiertas, al vandalismo.

Encontrar en un buzón una carta de amor es cada vez más difícil. De los 125.000 envíos diarios que se realizan en Murcia, la mayoría son facturas de bancos e información institucional, según confirmaron desde Correos.

Internet y los mensajes de móvil han desbancado al correo tradicional, según fuentes de la oficina en Murcia.

Por otro lado, los usuarios nos explican que «otro de los problemas por el que ya no recurren al correo tradicional, además de su lentitud, es que en muchas ocasiones las cartas no llegan a su destino».