Vigo pasa por momentos convulsos y las pancartas de protesta no descansan ni en domingo. Un nutrido grupo de vecinos de Mos y profesionales sanitarios se plantaron ayer ante el pabellón de As Travesas armados con carteles y reivindicaciones para recibir al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Allí estuvieron concentrados, estoica y pacíficamente, más de tres horas aprovechando el mitin de precampaña al que el jefe del Estado acudió como invitado estrella.Sin embargo, sus pitidos y abucheos quedaron solapados por los más de 4.000 afiliados y seguidores que llenaron el pabellón de aplausos y vítores a la llegada de Zapatero. El presidente se había aprendido bien la lección: Vigo es para él «una ciudad de trabajadores de bien, una ciudad que merece la pena», una urbe joven, con gran pujanza económica y en la que aseguró sentirse «muy a gusto».
Pero a la hora de exponer sus planes de futuro para la ciudad, Zapatero no quiso salirse del guión y volvió sobre sus antiguas promesas. El objetivo es, según él, «hacer de Vigo la gran capital que se merece su gente». Para ello garantizó «la conexión directa por AVE desde Ourense en cinco años» y la puesta en marcha de la Ciudad del Mar, destinada a la investigación marina. Su mensaje fue claro y conciso: Zapatero conoce Vigo, sabe de su gran valor económico en Galicia y ha asumido que el poder de la ciudad está en sus barrios, en su gente.
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