Antonio Muñoz Molina: "La realidad es mucho más rica que la imaginación"

El autor presenta en Sevilla 'Como la sombra que se va', novela que nace de su obsesión por James Earl Ray, asesino de Martin Luther King
Muñoz Molina presenta en Sevilla 'Como la sombra que se va'
Muñoz Molina presenta en Sevilla 'Como la sombra que se va'
EUROPA PRESS
Muñoz Molina presenta en Sevilla 'Como la sombra que se va'

El escritor Antonio Muñoz Molina presenta en Sevilla su nueva novela 'Como la sombra que se va' (Seix Barral), un libro en el que el autor vuelca su obsesión por James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King. El autor jiennense ha recurrido a numeroso material de documentación para retratar la figura de Ray, quien el 4 de abril de 1968 disparó contra el mayor activista en favor de los derechos de la población negra de Estados Unidos.

Ray pasó diez días en Lisboa, antes de su detención, con el objetivo de conseguir un visado a Angola. Muñoz Molina reconstruye su crimen, su huida y su captura, pero sobre todo sus pasos por la ciudad mientras recuerda al mismo tiempo su viaje a la capital portuguesa en 1987 para escribir 'El invierno en Lisboa', Premio de la Crítica y Premio Nacional de Literatura.

Así, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013 señala que "lo que le hizo que un personaje le llevara a otro es esa afinidad del sentimiento de extranjería, como que la cara que muestras al mundo no es tu cara verdadera, y estás un poco al margen de la realidad exterior", destaca. "Las novelas se hacen con muchas cosas que no sabes lo que son; tienen mucha inspiración inconsciente. Creo que el mecanismo de invención de una novela a lo que más se parece es el mecanismo por el cual cierta experiencia de la vida real se convierten en sueños, en historias fantásticas o absurdas, pero muy elaboradas".

Así, y sobre la imposibilidad de conocer a alguien pese a todos los datos que se tienen de él, Muñoz Molina señala que "es el misterio de la identidad humana". En este sentido, alude a un poema de Borges que termina con el verso "detrás del rostro que nos mira no hay nadie", y asegura que una de las cosas que le intrigan de Ray "es ese noviazgo en Canadá con una mujer de clase media, cultivada, atractiva, que se sintió muy atraída por él, y te preguntas qué vio esta mujer en él".

"Cuando tú creas un personaje quieres que todos los datos de los que dispones formen un conjunto coherente, pero da la casualidad de que no", y entonces, como escritor, "lo dejas así, porque qué sabes de verdad". Al respecto, asegura que "la realidad es mucho más rica que la imaginación", y explica que "luego de haber escrito el encuentro de Ray en un bar de Lisboa con una joven prostituta a la que había descrito dejándome llevar por los estereotipos, vi la foto de ella en la revista Life y tiene el aspecto de una chica joven, mona, que podía ser una estudiante, y no parecía prostituta".

Cuestionado sobre si James Earl Ray sabía quién era, Muñoz Molina dice que "sí lo sabía" y lo describe como una persona "producto de la vida carcelaria, un racista blanco que había vivido con mucha pobreza, que quería ser famoso, sacar provecho del crimen que había cometido, y al mismo tiempo tenía que disimular cuidadosamente para no perder la oportunidad de que alguna vez le dieran la libertad provisional". "El quería ser alguien en el mundo carcelario", añade.

Por otra parte, el escritor confiesa que "no tenía previsto" que apareciera la figura de Martin Luther King. Sin embargo, "hay una cosa que muy importante, que fue ir a Memphis la primavera pasada y darme cuenta de que allí está todo, incluso la habitación en la que siempre se alojaba Luther King. Al estar en aquella habitación me di cuenta de que había pensado que la novela terminaría en el momento en el que dispara Ray, y me di cuenta de que tenía que haber otro capítulo en el que saltara de la conciencia del asesino a la conciencia del asesinado".

Luther king se convirtió en personaje "indiscutible" tras su muerte

Asimismo, señala que Luther King "se convirtió en un personaje indiscutible después de su muerte". "En el momento en que murió estaba muy lejos de ser indiscutible", porque "estaba muy acosado y muy gastado personalmente, después de 14 de activismo sin parar". Además, explica el escritor, dentro del movimiento de los derechos civiles "había muchas divisiones", ya que "su oposición a la guerra de Vietnam o su progreso hacia posiciones más de izquierdas en temas sociales había hecho que, por una parte, lo vieran como un reaccionario, y por otro, como un comunista peligroso".

"todos tenemos que aprender a ver lo que somos"

Por otra parte, Muñoz Molina confronta estos datos con sus recuerdos de un viaje en 1987 a la capital portuguesa para escribir su novela 'El invierno en Lisboa'. "No pasa nada por que las personas se muestren como son", afirma, toda vez que asegura que "cuando lees memorias españolas son muy falsas, porque el memorialista queda estupendamente casi siempre". "Todos tenemos que aprender a ver lo que somos y lo que hemos sido; es una necesidad que tenemos las personas", subraya.

Por último, en esta novela el escritor jiennense no solo habla de cuánto cuesta aprender a vivir, sino también aprender a escribir". En este sentido, confiesa que la "experiencia no sirve para nada". "La experiencia sirve para no perder la paciencia, para pensar que acabará saliendo algo, para cosas menores. El hecho de tú llegar, sentarte y tener la necesidad de poner algo donde no hay nada es muy desolador, pero a la vez muy atractivo, porque a veces ese mal rato se convierte en felicidad".

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