Un repaso visual a la evolución de la máquina de escribir

  • Una muestra en Alemania documenta con ejemplares y láminas de una colección privada la historia de las máquinas de escribir europeas y estadounidenses.
  • Al conjunto se unen las fotos del artista Robert Bean, que disecciona máquinas de escribir y también documenta en bodegones minimalistas modelos históricos.
  • La exposición abarca desde la invención de los aparatos hasta la llegada del PC pasando por la incorporación a los teclados de símbolos como la arroba.
Una máquina de escribir Franklin 7, fabricada en Boston (EE UU) en 1892
Una máquina de escribir Franklin 7, fabricada en Boston (EE UU) en 1892
Robert Bean - ZKM
Una máquina de escribir Franklin 7, fabricada en Boston (EE UU) en 1892

Hay dificultades para encontrar su origen, pero todo parece apuntar a que el símbolo de la arroba surgió a mediados del siglo XV en España y comenzó empleándose en dietarios y documentos relacionados con el comercio para referirse a la arroba: la unidad de masa que equivalía a un cuarto de quintal. No se aplicó a la informática hasta 1971, cuando el programador Ray Tomlison (inventor del correo electrónico) adoptó la arroba para separar el nombre de usuario del lugar en el que estaba en aquel momento.

El primer teclado que llevó incluido el ahora icono universal de Internet fue de una máquina de escribir estadounidense y data de 1882, en plena revolución industrial, cuando los EE UU querían conquistar las ventas de este novedoso aparato en el mercado europeo. El símbolo se convirtió en tecla con el mismo carácter comercial para el que había nacido, esta vez para dejar claro quién era el receptor de las mercancías y los mensajes.

En la ciudad alemana de Karlsruhe, el Museo ZKM (especializado en la relación entre el arte, la tecnología y los medios de comunicación) propone un acercamiento a la arqueología de las máquinas de escribir con  Schl@gfertige Typen (traducible por Tipos de imprent@ sorprendentes), una exposición que hasta el 6 de enero documenta la evolución europea y estadounidense de estos aparatos de escritura automática desde su invención hasta la llegada del ordenador pasando por la incorporación de símbolos como la arroba o de las letras minúsculas a sus ruidosos teclados.

La "cultura de la desaparición"

Las láminas y ejemplares físicos pertenecen a la colección del alemán Lothar K. Friedrich, experto independiente en máquinas de escribir históricas. Entre las rarezas hay joyas como la Caligraph 2. Creada por la neoyorquina American Writing Machine Company en 1882, la primera en tener teclas separadas para las letras minúsculas y las mayúsculas.

A la serie de ilustraciones y máquinas antiguas se une un conjunto de fotografías del artista canadiense Robert Bean, interesado en la "cultura de la desaparición", la extinción de inventos que han quedado obsoletos por la llegada de otros más avanzados.

Además de retratar modelos históricos, Bean disecciona los aparatos en bodegones minimalistas y descubre las particularidades de cada pieza, poniendo al descubierto la complejidad técnica del abanico de varillas con letras, del carro que desplaza el rodillo con el papel o del mecanismo del timbre marginal, indicador de que se había llegado al margen del folio y debía pasarse a la siguiente línea.

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