
Han podido llegar en buques con lastre, en pequeñas embarcaciones o simplemente con el objetivo de servir de cebo vivo en pesca, pero han terminado invadiendo el Guadalquivir.
Son especies vegetales o animales como la egeria densa, la azolla o el cangrejo americano. Pero las más problemáticas, y no solo por sus afecciones medioambientales, sino también por las económicas, son la almeja asiática, los briozoos y el mejillón cebra.
Los briozoos, similares a las algas, empezaron a detectarse en el Guadalquivir (57.527 kilómetros cuadrados de cuenca) en 2006. Hoy están extendidos por todo el río y son un "problema real" para los regantes. De hecho, fue este colectivo el que dio la voz de alarma.
Taponan filtros, rejillas o tuberías, puesto que forman una especie de malla, según explica Verónica Gros, jefa de servicio de estudios medioambientales de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), a 20minutos.es.
Las primeras noticias de la almeja asiática son de 2007. Y las del mejillón cebra, de 2008. Este último ya está presente en los embalses de Bermejales e Iznájar, según indica Gros.
Lucha contra los invasores
Para combatirlas, la CHG acaba de crear un grupo de trabajo, en el que están representados desde los regantes a la propia Junta de Andalucía. El objetivo, que las especies invasoras no lleguen a ser un "grave" problema, como ocurrió en el Ebro.
Ya se están realizando controles y muestreos por toda la cuenca. En este sentido, Gros apunta que se han llevado a cabo análisis en 49 puntos en el caso de la almeja asiática y en 30 más, para brioozoos. En el caso del mejillón cebra, se han realizado muestreos en 62 puntos para localizar larvas. Y en otros 42 para ver si existen ejemplares adultos.
Además, la CHG ha puesto en marcha un proyecto (más de 6 millones de euros) para establecer técnicas de control y eliminación, "donde sea posible", de estas especies y otras que puedan aparecer.
De momento, la prioridad es conocer "hasta dónde llega el problema" y cuál es el comportamiento del mejillón cebra en el río, ya que solo se conoce su ciclo de vida en el Ebro. Tiene dos "puestas al año" con entre 40.000 y un millón de larvas, de las que sobrevive un 10%.
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