Una vez más la danza española triunfa fuera de la tierra que sigue sin tratarla como merece (ni un teatro tiene la danza en nuestro país). En China, por poner el ejemplo más reciente, en la gira de la Compañía Nacional de Danza, dirigida por José Carlos Martínez, están entregados a nuestros bailarines y sus coreografías.

Un mérito importante teniendo en cuenta que no es el público chino el más callado y atento en los espectáculos de danza.

En el Gran Teatro de la ciudad oriental de Wuxi (provincia de Jiangsu), la CND logró un aplauso unánime el pasado 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre. Y el éxito ha continuado en el Festival Internacional de las Artes de Shanghái.

El director, al frente de la compañía desde 2011, tras dos décadas llevando el timón Nacho Duato, apuesta fuerte por un retorno al ballet clásico, pero sin olvidar el repertorio contemporáneo; punto que ha conquistado a los organizadores chinos del Festival shanghainés.

"Muestra la nueva identidad de la Compañía Nacional de Danza a día de hoy, es un programa que mezcla danza clásica con contemporánea, ya que vamos del clasicismo a la vanguardia", explicó el propio director.

El valor de la danza española siempre ha sido muy alto. Mirando atrás encontramos a Rosita Mauri, catalana que fue estrella del Ballet de la Ópera de París a finales del siglo XIX.

La maestra aragonesa María de Ávila fue la primera en sacar fuera grandes talentos: de su escuela de Zaragoza salió Ana Laguna, la estrella de la compañía sueca Cullberg Ballet; y Víctor Ullate, figura indiscutible a nivel internacional del ballet del siglo XX, y de quien el mítico bailarín Jorge Donn dijo "Es un hombre pequeño con una voluntad de gigante".

De la Escuela de Ullate han salido figuras de la talla de Lucia Lacarra, Tamara Rojo, Ángel Corella, Joaquín De Luz, Ruth Miró, Igor Yebra, María Giménez o Eduardo Lao, la mayoría hoy trabajan fuera del país.

Otra alumna aventajada y que brilló con fuerza fuera de tierras propias fue Carmen Roche, ahora una de las más reconocidas maestras de ballet de España.

Desgraciadamente las cosas siguen sin ser demasiado propicias para que los talentos propios se queden. El éxodo de nuestros talentos parece no tener fin: Tamara Rojo, Nacho Duato o Corella son algunos de los mejores bailarines que pronto se marcharon con su danza a otro lado.

Y alguno, como Corella, que ha intentado establecerse aquí no lo ha logrado.

Tamara Rojo. Actualmente es, a sus 40 años, la directora de una de las mayores compañías europeas: el English National Ballet. Y con un logro importante ya en este nuevo reto de la bailarina: el ENB entrará en 2015 por la puerta grande del Sadlers Wells, el templo londinense de la danza contemporánea, y lo hará con la serie Maestros modernos: iconos de la coreografía del siglo XX. La española bailará en dos de los tres espectáculos, ya que no ha colgado las zapatillas.

Antes de llegar a la dirección su trayectoria como bailarina fue espectacular: ha sido primera bailarina en el Royal Ballet, lugar al que llegó desde el English National Ballet, donde entró en 1997. Tamara Rojo, que dio sus primeros pasos en el Ballet de Víctor Ullate (en cuya escuela había estudiado), posee, entre otros galardones, la medalla de oro de las Bellas Artes, el premio Positano Leonid Massine, el premio Benois de la Danse y el premio Príncipe de Asturias de la Danza.

Nacho Duato.  Formado fuera de España, en la Rambert School de Londres, en la Mudra School de Maurice Béjart en Bruselas y en la American Dance Centre de Alvin Ailey en Nueva York,  su carrera profesional como bailarín comenzó en 1980, en el Cullberg Ballet de Estocolmo. Al año siguiente Nacho Duato entró en el Nederlands Dans Theater, y fue entonces cuando el mundo del ballet se rindió a sus pies.

En 1988 fue nombrado coreógrafo estable del NDT. Sus ballets y coreografías forman parte del repertorio de las mejores compañías internacionales, como la Cullberg Ballet, el Nederlands Dans Theater, el American Ballet Theatre, el Ballet de la Ópera de París, el Ballet de la Ópera de Berlín, la Compañía de Ballet Australiano, Les Grands Ballets Canadiens, el Stuttgart Ballet, el Ballet Gulbenkian de Lisboa, el Ballet de la Ópera de Finlandia, el Ballet de San Francisco o el mismo Royal Ballet.

En 1990 fue director artístico del Ballet del Teatro Lírico Nacional de España en Madrid, que tres años después fue bautizado como Compañía Nacional de Danza. Veinte años estuvo al frente de la Compañía.

En 2011, Duato volvió a salir de España al aceptar ser director del ballet del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo. Y desde 2013 el bailarín (67 años) es también director del Ballet Estatal de Berlín.

Ángel Corella. Con apenas 18 años se fue a Estados Unidos, donde el español logró hacer una brillante carrera internacional.

No obstante, Corella (39 años) quiso regresar a España para crear una fundación que facilitara la formación a los bailarines españoles sin que tuvieran que marchar, como él, al extranjero. Pero el asunto no ha ido bien y ha regresado a Estados Unidos para ser director artístico del Pennsylvania Ballet, en Filadelfia, que  debutó bajo su dirección el pasado 16 de octubre.

Lucía Lacarra. Primera Bailarina del Ballet de la Ópera de Munich y Premio Nacional de Danza 2005, Lucía Lacarra (Zumaia, Guipúzcoa, 1975) es una de las principales figuras del ballet clásico actual a nivel mundial. Formada en la Escuela de Víctor Ullate, Lucía Lacarra dejaba ya claro en aquellos años que se estaba formando una 'estrella'.

El Ballet Nacional de Roland Petit, el Ballet de San Francisco y el Ballet de la Ópera de Munich han formado parte de su carrera, cómo no, siempre fuera de España. Solista desde que ingresó en Munich, en 2002, tiene además del Nacional, el Premio Nijinsky y el Benois de la Danza.

Joaquín de Luz. También alumno de Víctor Ullate, es otro de los talentos españoles que han triunfado pero fuera. La compañía de Pennsylvania no tardó en ver la cualificación del español y lo contrató. Un año después Joaquín de Luz  entraba en el American Ballet Theater y en sólo un año se ganaba el puesto de bailarín solista.

El punto clave en su carrera llegó con el New York City Ballet, agrupación en la que entró el bailarín en 2003 como solista, y en ella destacó como bailarín principal desde 2005.

Goyo Montero. El pasado 13 de noviembre recibía Goyo Montero el premio Kultirpreis de manos del estado alemán, que reconoce al bailarín y coreógrafo español su trabajo como director artístico del Ballet Staatstheater de Nuremberg desde 2008.  "Un auge de la danza verdadera ha vuelto a encender la compañía", ha recalcado el jurado del galardón.

Las cifras lo avalan: Se ha multiplicado por siete el número de abonos y un público anual que supera los 40.000 espectadores. La capacidad de innovación de Goyo Montero es reconocida a nivel internacional, pero él no se olvida de los 'suyos', como demostraba hace poco en declaraciones a un diario español: "Hay años luz. Aquí las bases son tan buenas que sigue habiendo 52 compañías de danza estables y con sueldos seguros y muy decentes. Quizá el ejemplo alemán esté muy lejos de la realidad española, pero alguna vez habrá que empezar".