La jubilación se presenta para la mayoría de las personas como la oportunidad de disfrutar de una nueva vida después de décadas de trabajo. Supone el final de la trayectoria laboral y el momento de acceder a la ansiada pensión. Sin embargo, la crisis económica ha roto con los esquemas tradicionales y ha reordenado el mapa de nuestras prioridades.

Según el último Observatorio Social de las Personas Mayores que elabora CC OO, el 19,6% de los hogares madrileños ya está sustentado por una persona que cobra una prestación de jubilación. Esta situación afecta a unos 489.392 hogares de los 2.496.900 que existen en la región, según figura en la última Encuesta de Hogares que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La cifra, obtenida con datos extraídos de la Encuesta de Población Activa (EPA), ha crecido cuatro puntos de forma paulatina desde 2008 (15,6%) hasta el segundo trimestre de 2014. Madrid, sin embargo, está por debajo de la media nacional (20,2%) y alejada de las comunidades que encabezan la lista: Galicia (25%), Asturias (24,7%) y Castilla y León (24,6%).

"Los jubilados están teniendo un decisivo papel en la economía española y en el mantenimiento de la cohesión social contribuyendo a paliar las dificultades económicas de las familias", asegura Julián Gutiérrez, secretario general de pensionistas de CC OO.  "La situación tan difícil que tenemos el colectivo de pensionistas es por las políticas que está llevando a cabo el Gobierno, unas políticas que después de varios años se ha demostrado que con bajada de salarios y recortes no salimos de la crisis", opina.

Para Luis Martín Pindado, presidente de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), "gracias a la 'pensión del abuelo' muchas familias están tirando para delante. Los jubilados hemos evitado que haya habido una revolución social". "Los que venimos de las posguerra estamos demostrando que somos una generación solidaria. Seguimos cuidando de nuestros hijos y ahora también de nuestro nietos. Hemos comprendido que quienes ahora nos necesitan son los que creíamos que habían abandonado el nido", agrega.

La lectura del sociólogo Roberto Barbeito, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, es clara: "El estado del bienestar se está viniendo abajo con la crisis". "Cuando el estado no es capaz de satisfacer las necesidades de las personas siempre aparece la familia. Es la red última de protección del individuo. Esta solidaridad es característica en los países mediterráneos, en especial en España e Italia", explica Barbeito, quien critica las políticas sociales de las diferentes administraciones: "Las pensiones se han convertido en el último bastión de resistencia para las familias después de que la sanidad y la educación se hayan visto muy mermadas por los recortes".

Pese a que la pensión media en la Comunidad de Madrid es una de las más altas del país —1.033,3 euros, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social—, la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas en los últimos años ha sido grande.

"Desde 2007 y hasta noviembre de 2013, el IPC general ha crecido un 14%, mientras que la electricidad subió un 50%, el agua un 31% y el gas un 42%. Los hogares españoles pagan la electricidad, después de impuestos, más cara de Europa", denuncian desde CC OO. Desde 2014, las pensiones están desvinculadas del IPC y suben cada año, como mínimo, un 0,25%.

Félix (66 años) ha dedicado su vida a la docencia. Esperaba tener una jubilación tranquila, pero la actual situación laboral de su hija Laura (32 años) le tiene en vilo. "Estoy manteniendo a mi hija. Estuvo trabajando en un centro de estética, pero la echaron cuando redujeron el personal. Luego ha estado en trabajos precarios. Lleva cuatro años en paro y se le han acabado las prestaciones", afirma este maestro retirado, quien se consuela pensando que su hija, ahora de nuevo en casa, "al menos no tiene cargas familiares".

"Me entristece esta situación. Laura siempre ha sido una chica muy independiente y alegre. Ahora está un poco decaída y tiende más a quedarse en casa", relata Felix. "Incluso ha tenido que ir al psiquiatra y alguna vez ha necesitado tomar pastillas para dormir", confiesa preocupado. El futuro de su hija es a día de hoy una incógnita: "No tiene ahora mismo ninguna perspectiva laboral. Esto que hacen los políticos con los jóvenes es un robo a mano alzada de su dignidad".