A la cita acudieron 3.500 vecinos, según la Policía, y unos 8.000, según los convocantes (en el distrito viven  144.000 habitantes). Pese a la presencia policial, la tensión se palpaba en el barrio de Oroquieta. Los comercios echaron el cierre pronto. «Mucha gente ha cerrado por miedo», aseguró la encargada de una tienda.

 

Tras la muerte de Manu,  un joven presuntamente asesinado por un dominicano el 2 de mayo, los ataques xenófobos se han sucedido en el barrio. Aunque este distrito tiene más de un 18% de población inmigrante, la presencia de los extranjeros en la manifestación era escasa. «Cuando ves pintadas de venganza, no te dan ganas de salir a la calle», decía un joven ecuatoriano.

 

Placa: El Ayuntamiento pondrá una placa en el barrio en memoria de Manu.

 

Milagros Pérez Peña. 46 años. Empleada doméstica.
«Yo quería ir a la manifestación, pero me daba miedo. No es justo que por uno paguemos todos».

 

Jesús López. 49 años. Pintor. «Siempre hemos sido un barrio marginal, nunca nos han hecho caso. Tenemos muchos problemas de convivencia».

 

Carlos Miranda. 25 años. Cartero comercial. «Ahora nos miran con temor. Yo entiendo que otros extranjeros no vengan a la manifestación. Tienen miedo».

 

Sara González. 32 años. Encargada de una tintorería. «El barrio está bien con los inmigrantes. Lo que no queremos es violencia. El miedo es generalizado».