Martin Roemers retrata en 'Los ojos de la guerra' a víctimas del belicismo que quedaron ciegas

  • El fotógrafo holandés compone un relato metafórico sobre la crueldad de la guerra con retratos en primer plano de 40 personas que perdieron la vista.
  • Son heridos en los combates y bombardeos de la II Guerra Mundial o después del conflicto por la explosión de artefactos que no detonaron en su momento.
  • Las fotos, con los ojos ciegos de cada persona enfrentados al objetivo, son de hombres y mujeres de Holanda, Bélgica, Alemania, Inglaterra, Rusia y Ucrania.
Valery Nezemsky, ruso nacido en 1932. Perdió la vista en la II Guerra Mundial
Valery Nezemsky, ruso nacido en 1932. Perdió la vista en la II Guerra Mundial
© Martin Roemers, Delft
Valery Nezemsky, ruso nacido en 1932. Perdió la vista en la II Guerra Mundial

Anja Stupp (Alemania, 1970) es una víctima de la II Guerra Mundial pese a que no había nacido durante el conflicto. En 1982, cuando tenía 12 años, estaba jugando con un grupo de amigos y encontraron una mina antitanque que había sido abandonada en el bosque. Los niños intentaron abrirla y la explosión mató a tres, Cristoph (15), Jorg (13) y Holga (13). A Anja la salvaron los cuerpos de sus colegas, que absorbieron buena parte del impacto y quedaron destrozados. A ella la encontraron desfigurada y herida. Perdió un ojo y en el otro le queda un tres por ciento de visión. Es masajista y ayuda a enfermos de cáncer a paliar el dolor.

A Frederick Lennart Bentley (Inglaterra, 1924) también lo dejó ciego una granada, pero la arrojaron soldados alemanes contra su patrulla durante una guardia nocturna en Normandía. "Mis compañeros me dejaron atrás. Así era la cosa: no podías perder tiempo ayudando a los heridos (...) Quienes no hicieron la guerra no pueden entenderlo", dice. Pese a las heridas logró llegar a tientas a terreno amigo y lo licenciaron. Trabajó durante más de 30 años en una factoría de coches. Lo hacía todo gracias al tacto.

Retinas agujereadas

Las retinas de Sieglinde Bartelsen (Alemania, 1934) no soportaron los bombardeos aliados sobre su pueblo. Aunque se refugiaba en un sótano, las vibraciones y el cambio en la presión del aire provocados por la infinitas explosiones la dejaron sin vista en un ojo y luego en el otro. Los médicos dijeron que tenían agujereadas las retinas y que quizá mejorase. No sucedió.

Son solamente tres de las cuarenta historias reunidas por el fotógrafo Martin Roemers (Holanda, 1962) en The Eyes of War (Los ojos de la guerra), un relato de fotos y testimonios de hombres y mujeres de Holanda, Bélgica, Alemania, Inglaterra, Rusia y Ucrania que perdieron la vista al resultar heridos durante los combates y bombardeos de la II Guerra Mundial o después del conflicto por la explosión de artefactos que en su momento no llegaron a detonar y lo hicieron accidentalmente años más tarde.

Gira por museos de Europa

La serie de Roemers —un fotógrafo de la vieja escuela que ha ganado dos veces el World Press Photo— está de gira por los museos de fotografía de Europa. Es un buen momento dado el centenario de la I Guerra Mundial que se celebra en 2014 y el 70º aniversario del final de la segunda en 2015. La exposición está ahora, hasta el 4 de enero, en el Deutschen Historischen Museum de Berlín.

Las fotos, con los ojos ciegos de cada persona —a veces cuencas vacías cauterizadas; otras, esferas blanqueadas— enfrentados al objetivo de manera directa y en un plano muy cerrado, son de dura contemplación —algunos museos han usado la fórmula habitual y algo cínica de "pueden herir la sensibilidad"— y exigen del espectador el compromiso completo con lo que está viendo y que los retratados jamás podrán ver: el rostro descubierto del belicismo y sus consecuencias.

Las historias personales que acompañan a los retratos, tomadas de entrevistas también realizadas por el fotógrafo, dan cuenta de "lo absurdo de las circunstancias y de la impotencia de los retratados frente a su suerte". Aunque las huellas de la II Guerra Mundial sean ya "aparentemente invisibles" en la vida diaria, dicen desde el museo berlinés, "todo el horror del conflicto todavía se puede sentir en las historias de los sobrevivientes" y los ojos ciegos que Roemers presenta como "una inquietante metáfora de las profundidades del alma humana".

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