Premio al huevo que cae y no se rompe

Un total de 48 estudiantes compitieron ayer en la Politécnica.
Los equipos subieron a la grúa en grupos de tres y perfectamente equipados, ante la atenta mirada del público congregado en la UPV.
Los equipos subieron a la grúa en grupos de tres y perfectamente equipados, ante la atenta mirada del público congregado en la UPV.
Los equipos subieron a la grúa en grupos de tres y perfectamente equipados, ante la atenta mirada del público congregado en la UPV.
Sólo tres alumnos de la Universidad Politécnica estuvieron ayer a la altura y ganaron un peculiar concurso que congregó a decenas de curiosos. Inventaron un paracaídas hecho con materiales reciclados que impidió que un huevo, lanzado desde un grúa a 15 metros, acabara chafado sobre la hierba.En esto consistía la prueba, organizada por Red Bull. Participaron 16 equipos, formados por tres integrantes cada uno. Había desde artilugios en forma de lápiz hasta una gallina de trapo, improvisados helicópteros o simples cajas. Todo valía para pasar un buen rato y conseguir el premio: tirarse en paracaídas en el aeropuerto de Manises.

El artefacto de Alberto, Vicente y Rodrigo llevaba incluso cuatro globos de helio para suavizar el impacto y una pelota de golf para que el viento no desviara su particular obra de ingeniería.

Los estudiantes agudizan el ingenio

Fernando, José M. y Jaime. Estudian Diseño Industrial.

Fueron los segundos en lanzar al aire su invento: una gallina amortiguada con una bolsa de basura que desliza el huevo con una rampa. Se rompió.

Ignacio, Rubén y Álvaro. Quedaron terceros.

Su helicóptero, hecho con seis palas, posó suavemente el huevo en tierra. «Ha funcionado como esperábamos», dijeron. Lograron la puntuación máxima.

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