Miriam Aguayo, la cuñada de Jamal Ahmidam el Chino, lo conoce desde 1993. La testigo, vigilante de seguridad de profesión, tenía una buena relación con su hermana y el marido de ésta. "No sé si mi cuñado era especialmente religioso, pero nunca le ví rezar", asegura.
No obstante, Aguayo sí conocía el modo de ganarse la vida del Chino: "Vendía droga", ha afirmado con tono ruisueño.
La mujer ha descrito la finca de Morata de Tajuña —como se llama a la finca de Chinchón en la que los presuntos terroristas prepararon las bombas—, en la que estuvo dos veces. "Estuvimos poco tiempo (...), sé que había gente, pero no les vimos porque estaban rezando", recuerda la testigo.
Cuñado de Ahmidam
Lo cierto es que el yerno ha demostrado saber muy poco del Chino: "Me decían que se dedicaba a comprar coches y objetos de artesanía (...), debía ser religioso, porque preguntaba por él y me decían que estaba rezando", asegura.
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