La Universidad de Virginia vuelve a abrir sus puertas tras la matanza

  • Justo una semana después de la tragedia.
  • El edifició donde sucedió todo seguirá cerrado hasta el final del semestre.
  • Se espera el retorno de unos 26.000 estudiantes.
Estudiantes frente al monumento conmemorativo de la Universidad Politécnica de Virginia. (Foto: EFE)
Estudiantes frente al monumento conmemorativo de la Universidad Politécnica de Virginia. (Foto: EFE)
Davis Turner / EFE
Estudiantes frente al monumento conmemorativo de la Universidad Politécnica de Virginia. (Foto: EFE)
La Universidad Politécnica de Virginia, donde el pasado lunes un estudiante surcoreano mató a 32 personas y se suicidó,
reanudará hoy sus actividades, justo una semana después del suceso, mientras prosiguen las investigaciones y debates en torno al incidente.

La universidad situada en Blacksburg, a 450 kilómetros al suroeste de Washington, espera el retorno de la mayoría de sus 26.000 estudiantes para la etapa final de este curso, mientras se completan los funerales de las víctimas de Cho Seung Hui.

Tenemos que seguir adelante
"Desde el punto de vista de mi universidad tenemos que seguir adelante", dijo el portavoz de la Politécnica, Larry Hincker. "
Haremos todo lo que podamos para reorganizar este sitio e impedir que algo así vuelva a ocurrir".

El edificio de la tragedia

El edificio de aulas Norris, donde Cho dio muerte a 30 personas y luego se suicidó, permanecerá cerrado durante el resto del semestre, y las autoridades han tomado medidas para limitar la presencia de los medios de comunicación.

El predio de 1.000 hectáreas se convirtió en escenario de la peor matanza perpetrada por un individuo con armas de fuego en la historia de Estados Unidos, y durante varios días los alumnos, las familias, los empleados y profesores del centro académico fueron objeto de la atención de los medios mientras lidiaban con sus propias emociones.

La familia de Cho ha divulgado un comunicado en el que expresa su horror por las acciones del joven , y su pesar por la tragedia que abatió al país.

Durante los días siguientes a la incursión armada de Cho en Norris Hall, hubo en diversas instituciones de educación del país amenazas de bombas que forzaron la evacuación de los edificios.

En un artículo que publicó hoy el diario The New York Times , los familiares de Cho en Corea del Sur relataron cómo la madre del joven exteriorizó durante años su desconcierto por la falta de comunicación con su hijo.

"Cuando le dije a su madre que era un buen chico, callado pero que se portaba bien, ella me dijo que preferiría que le respondiera cuando le hablaba, aunque no fuese tan bueno y manso", declaró Kim Yang Soon, de 84 años, abuela de Cho.

Debate sobre las armas

Tras el incidente, el horror inicial y el pesar que le siguió, se ha reanudado en Estados Unidos el debate sobre la posesión de armas de fuego.

En torno a la Universidad Politécnica se intensificaron este fin de semana las discusiones acerca de si las autoridades académicas tomaron las medidas adecuadas después que dos personas fueran asesinadas a balazos en un dormitorio.

Cho completó su incursión criminal dos horas y media más tarde, en Norris Hall, pero la policía creyó que tenía un sospechoso en el primer incidente y no se ordenó la suspensión de las clases ni la evacuación de la zona.

Sydney Vail, director de traumatología en el Hospital Carilion Roanoke Memorial adonde fueron trasladadas varias de las víctimas de Cho, dijo que algunas de las heridas fueron más graves porque el atacante empleó balas de calibre 9 milímetros con la punta ahuecada.

Cuando las balas de punta ahuecada impactan en el cuerpo se abren como pétalos metálicos
"Cuando las balas de punta ahuecada impactan en el cuerpo se abren como pétalos metálicos", indicó. "Eso crea
una herida más ancha en la trayectoria de la bala", añadió.

Por su parte Ted Feinberg, director adjunto de la Asociación Nacional de Psicólogos Escolares, dijo que las heridas emocionales y psicológicas causadas por este tipo de ataques perduran días, semanas o meses.

Feinberg, que atendió psicológicamente a los alumnos de la escuela secundaria Columbine tras un ataque suicida de dos estudiantes en 1999, dijo que aproximadamente el 20 por ciento de los sobrevivientes experimenta depresión grave, trastorno por estrés postraumático y otras afecciones.

"Aquí tienes un predio universitario hermoso, pacífico, un entorno tranquilo, y ahora las cosas jamás serán como eran", dijo el psicólogo al diario The Washington Post .

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