Pablo Aragüés: "No te pegan como para matarte, pero es duro"

  • Director de la película 'Novatos', basada en su experiencia hace 15 años.
  • "Nada más llegar te reciben siete u ocho personas y te acribillan a gritos, empujones, golpes...", explica a '20minutos'.
  • Se negó a participar y las consecuencias fueron peores, teniendo que dejar el colegio tras dos meses de constantes molestias.
  • Consenso para romper el silencio de las novatadas.
Pablo Aragüés, director de 'Novatos'.
Pablo Aragüés, director de 'Novatos'.
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Pablo Aragüés, director de 'Novatos'.

Pablo Aragüés tenía 18 años cuando tuvo que decidir entre ser partícipe de novatadas, lo que él llama "humillaciones", o vivir un infierno. Y eligió lo segundo, aunque solo pudo aguantar dos meses. Desamparado, se vio obligado a abandonar el colegio mayor en el que los veteranos se habían empeñado en hacerle la vida imposible. Ahora, quince años después, traslada al cine su experiencia con Novatos, una película "99% autobiográfica".

El director aragonés sufrió "todo tipo de humillaciones". Fue amenazado con el teléfono de una cabina a modo de látigo y se cerró la habitación con un armario para evitar que entrasen por la noche. "Al principio asusta. Tienes 18 años y casi no has salido de casa de tus padres cuando nada más llegar te reciben siete u ocho personas y te acribillan a gritos, empujones, golpes, etc."

Pablo se negó a participar, algo poco habitual en esa época, donde se consideraban una verdadera tradición. "En todas me negué, aunque en algunas me obligaron porque eran más que yo. No te pegan como para matarte, pero es duro, y negarse siempre supone represalias", explica a 20minutos. Los veteranos controlaron todos sus movimientos durante dos meses. "Venían más a por mí. Sabían mis horarios, cuándo entraba, cuándo salía... y todas las noches era un sufrimiento. Quitaban las bisagras a las puertas y tenías que poner el armario para que no entraran".

Aguantó solo dos meses, tras pedir auxilio a la dirección. "No encontré apoyo. Eran otros tiempos, no estaban sensibilizados", lamenta. "La gente que se lo toma a diversión no se da cuenta de que una cosa es una broma y otra cosa es cuando se traslada la línea de obligarte a hacer algo, de la humillación. Hay que tener un poco de amor propio, no todo es pertenecer a un grupo, sino lo que estás dispuesto a hacer y no dejarse arrastrar".

Esta corta pero dolorosa experiencia le sirvió para querer abrir los ojos acerca de esta tradición universitaria. "Me pidieron que lo contara en crudo, porque en el cine las vemos a modo de comedia en las películas norteamericanas, pero no con ese toque realista y serio". Por ello también celebra la decisión del PP de prohibirlas. "Tolerancia cero, porque si alguien está dispuesto a sufrirla es por el grupo y todo esto de la aceptación. No debemos permitirlo igual que no permitiríamos la esclavitud laboral, aunque alguien lo elija, porque igual lo hace bajo coacción o sin darse cuenta de lo que supone".

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