«Espigones y aportes de arena no son la solución definitiva de las playas»

La regeneración del litoral malagueño entre 2005 y 2009 costará al Gobierno 17,5 millones de euros, el equivalente a construir y equipar 15 centros de salud pensados, cada uno, para atender a 10.000 personas.
Y los costes seguirán aumentando, porque «ni aportes de arena ni espigones son la solución definitiva para proteger el litoral malagueño de los temporales», afirma el principal experto en costas de Andalucía, el profesor de la Universidad de Granada Miguel Losada.

En una Málaga que observa las playas más como motor económico que como naturaleza, el Ejecutivo gasta millones en lo que podrían hacer los ríos –si las presas les dejaran– transportando sus sedimentos hasta las costas, confirma Losada.

Aún así, «quizá en una década, espigones y aportes de arena serán insuficientes y se tendrán que intensificar si no se toma conciencia de la dramática situación del litoral».

El experto no considera un derroche estas inversiones, pero tampoco las califica como definitivas, ya que el nivel del mar ha bajado entre el siglo xii y el xix, y subirá «inexorablemente» hasta recuperar los dos metros que empezó a perder en el XII. Este fenómeno se produce de forma natural y el cambio climático puede «intensificarlo».

Durante los próximos 50 años, el litoral malagueño «debe protegerse» si quiere evitar su «inundación», pero eso conllevará «un altísimo coste». La subida del mar «desmantelará» aportes de arena y espigones, cuenta.

Posibles soluciones

Losada propone crear una playa frente a las actuales que actúe como barrera (coste muy elevado), y más espigones. Otra opción: abandonar el espacio que requerirá el mar al subir y reconstruir pueblos y urbanizaciones afectados lejos de las costas.

«Toda obra tiene una vida útil»

El jefe de la Demarcación de Costas de Málaga, Juan Carlos Rañada, afirma que los espigones «tienen una vida útil como toda obra pública». El encargado de la regeneración del litoral admite que los costes de estas actuaciones serán cada vez mayores, aunque en el futuro también podrían abaratarse usando otros materiales. En términos generales, Rañada comparte lo expuesto por Losada, aunque para él los efectos sobre Málaga se producirán más lentamente, «de aquí a 300 años». «Las soluciones están relacionadas con el urbanismo y con que no se siga ocupando el litoral con construcciones», insiste.

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