Para Anna Carpena, profesora especializada en educación especial, desde pequeños acostumbramos a no poner nombre a las emociones, lo que, por sí solo, ya justifica una colección de literatura infantil como Crezco feliz, destinada a dejar de ignorar estos sentimientos de tipo emocional.

Hacía falta, según cuenta Carpena en una entrevista, unos recursos que, "de forma lúdica", favorecieran la conversación con los más pequeños acerca de sus sentimientos, ya que "se suele poner nombre a lo que hay alrededor, incluso a las sensaciones corporales, pero no a lo que se siente en el interior".

Asesora de la colección Crezco feliz (timunmas), destinada a niños hasta 5 años y que estará en las librerías a finales de septiembre, considera que a los pequeños no se les enseña a decir "te sientes solo, estás enfadado o estás alegre" y, a medida que van creciendo, "siempre se les habla de sus emociones de manera punitiva, en negativo, nunca en positivo".

Por ello, estos libros favorecen esa "mirada al interior", al situar las emociones en el contexto tanto del hogar como de la escuela, al sugerir situaciones en las que se invita al niño a hablar de lo que siente, a "arrancar la conversación".

Esta profesora especializada en educación especial advierte de que estas alteraciones del ánimo intensas y pasajeras, agradables o penosas, como las define el diccionario de la Real Academia, "están presentes" a lo largo de toda nuestra vida, aunque siempre han sido vistas como "algo infantil, femenino, que incomoda, algo íntimo".

"Si uno es racional y frío, las emociones molestan, por lo tanto es mejor no tenerlas", ironiza Carpena, aunque advierte de que "las tendremos igual, aunque sin conectar con ellas", lo que derivará -asegura- en que, al ignorarlas, acabarán por tomar ellas el gobierno de la situación.

su juicio, las personas que trabajan el campo emocional "tienen muchas probabilidades de ser felices y sociables", ya que -recuerda- hay dos maneras de ser feliz: haciendo que cambie el entorno para que te favorezca, "aunque ahí existen limitaciones", o asimilando que no se puede gestionar el entorno "pero sí su vivencia".

"Cuando tienes una vivencia dura o extrema tienes dos opciones: hundirte o salir de ella enriquecido", asegura Anna Carpena, quien advierte de que hay vivencias cotidianas, y muy frecuentes, que pueden ser peores que éstas, como una situación estresante día a día, una mala relación laboral o situaciones negativas en la escuela, "que acaban envenenando".

El objetivo de Crezco feliz es conectar con las emociones, lo que va generando unas vías neuronales en el cerebro que facilitan esa conexión, según esta profesora, quien se muestra convencida de que, en el futuro, esto evitará muchas visitas al psicólogo.

Descubre mis emociones, Así me siento en casa y Así me siento en la escuela son los tres primeros títulos de la colección, que llega acompañada de un erizo de peluche llamado Max, un objeto simbólico que invita a realizar "una mirada interna".

"El erizo se cierra en sí mismo y esto sugiere al niño, no a encerrarse en sí mismo, pero sí a mirar en su interior", asegura Carpena, para quien, en un momento de vivencias fuertes, positivas o negativas, hay que respirar hondo, lo que hace que disminuyan las hormonas del estrés, y facilitar el acceso a ese sentimiento al ponerle nombre.

En los libros se analizan las emociones básicas, compartidas por todas las culturas, como el enfado, la alegría, el miedo, la tristeza o el amor, pero también otros sentimientos muy comunes como los celos, la soledad o la añoranza.