El escritor José María Merino, Premio Nacional de Narrativa en 2013 por El río del Edén, cree que la ficción es "la base profunda del ser humano" y uno de los instrumentos, junto a la ciencia y la filosofía, de los que se ha servido la humanidad desde sus comienzos para entenderse a sí misma.

"A veces no nos damos cuenta de lo importante que es para nosotros la ficción", ha afirmado en un encuentro con periodistas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) este escritor de novelas y cuentos que empezó como poeta.

Merino ha titulado su curso Una experiencia de la ficción, que ha definido como un instrumento simbólico para reproducir la realidad y con ella, comprenderla mejor. Todos los seres vivos, dice, tienen lenguaje, "hasta la bacteria", pero el ser humano es el único que es capaz de construir ficciones para entender la realidad.

Y la realidad, ha apostillado, no necesita ser verosímil, al contrario que la novela, que "tenemos que creérnosla".

"La realidad nos la creemos suceda lo que suceda. A un tsumani puede suceder un terremoto, una quiebra en la bolsa y encima el ébola, puede pasar todo. Pero si lo cuentas en una novela te dicen que estás exagerando".

El autor de Las visiones de Lucrecia ha confesado que, cuando la UIMP le propuso impartir un curso de una semana sobre su propia obra literaria, le dio "un poco de miedo" porque hasta el momento, en cursos de este tipo, lo que ha hecho es escuchar lo que decían otros de sus libros mientras él estaba allí, "de cuerpo presente".

Pero ahora cree que la propuesta le ha dado la oportunidad de "recapitular", de viajar a su infancia y su juventud, de recordar sus lecturas, sus primeras experiencias editoriales, de reflexionar sobre su literatura. Y está siendo, ha asegurado, hasta terapéutico.

Al volver la vista atrás ha llegado, sobre todo, a la conclusión de que en su obra hay "coherencia" porque en sus primeros poemas están presentes los mismos temas que después han marcado su narrativa: el doble, los sueños, el gusto por mezclar realidad y ficción.

"Si puedo presumir de algo es de coherencia", ha afirmado este escritor nacido en A Coruña aunque leonés de adopción, que también ha explicado que siempre ha tenido "el prurito de acabar bien las cosas, de darles muchas vueltas" y de trabajar en sus libros "a conciencia" desde la novela más complicada a los relatos que ha escrito para niños.

Por eso, en esa recapitulación a la que se ha visto empujado, no se ha encontrado "chapuzas, al menos desde el punto de vista formal". Cree que desde el estético son otros los que deben opinar.

En otoño tiene previsto publicar una colección de cuentos y ya ve una novela en el horizonte, pero como "un bulto en la niebla", así que tendrá que esperar a que se le termine de aparecer.

Pero seguramente no escribirá sobre la realidad que reflejan las páginas de los periódicos o los informativos, porque está convencido de que la novela "no va a la misma velocidad" y necesita "un reposo" para poder coger perspectiva. Aunque ha dejado claro que esa es su propia visión y que cada escritor "puede hacer de su capa un sayo".

José María Merino sí ha tocado un tema del que siguen hablando los periódicos, la memoria histórica. Lo hizo en La sima, que lleva al lector a la sucesión de guerras civiles que atraviesa la historia del siglo XIX español.

A su juicio, los españoles tienen "poca memoria histórica", cuando tenerla es "muy bueno, si no es para exacerbarnos sino para entendernos" y no han acabado de asumir su pasado.

No entiende además por qué España es un "país tan rico, con tanta variedad y sin embargo, nos llevamos tan mal". Para Merino, es una "torpeza profunda" no asumir esa riqueza y esa diversidad "como algo que nos pertenece a todos".