«Eso no es arte, sólo es una forma de rebeldía»

Lleva 17 años dibujando, decorando paredes, y cuatro como graffitero profesional a las órdenes del Ayuntamiento de Mungia.

Su labor, «convertir la pintada fea en un graffiti decorativo».

¿A qué se debe que haya tanta gente que haga pintadas?

Es una forma de rebeldía. Son chavales jóvenes que quieren marcar el mundo con su firma. La mayoría lo dejan cuando cumplen una edad. Pero, en cualquier caso, esas pintadas no son ninguna forma de hacer arte.

¿Son muchos los que hacen este tipo de pintadas?

Por lo que parece son muchos. Pero es gente que no le gusta dibujar ni perfeccionar sus trazos. Es una forma egocentrismo y, además, es vandalismo callejero.

¿El graffiti mural se ve de otra manera?

No tiene nada que ver. El graffiti tiene cada vez más aceptación, va cogiendo fuerza, porque es una forma bonita de restaurar las paredes que otros han pintado con formas feas.

¿Qué le dice la gente sobre su trabajo?

La gente te halaga, porque ve que son graffiti decorativos, con los que se decoran fachadas o paredes.

¿Le han estropeado su trabajo con pintadas?

No, por lo general se respeta bastante y no suelen ir los chavales a pintar encima. No he tenido problemas.

¿Quién le da trabajo?

Yo trabajo para el Ayuntamiento de Mungia, pero los particulares piden cada vez más graffiti. Sobre todo los bares o los pequeños comercios. Si hay un graffiti en su persiana, ya no se lo van a pintar.

¿Qué suele dibujar?

De todo. Los motivos son de lo más diverso. Lo mismo son animales, tanto terrestres como marinos, que motivos tradicionales, infantiles, retratos. Si está bien pintado, queda muy bonito. Es una forma alegre de decorar.

BIO

De 34 años, lleva la mitad de su vida dedicado al graffiti. Ahora trabaja para el Ayuntamiento de Mungia. Su labor está en auge.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento