Los jóvenes que en Japón se marginan voluntariamente son ya un millón

  • Se llaman hikikomoris, y son incapaces de seguir el ritmo de vida japonés.
  • Se recluyen en sus casas, a veces durante años.
  • La presión social, el culto a la imagen y la falta de ilusión se suman a la 'soledad cultural' del país.

Incapaces de seguir el frenético ritmo de vida del país, en Japón hay alrededor de un millón de hikikomoris: adolescentes o jóvenes adultos, en su mayoría varones, que viven voluntariamente recluidos en sus casas o incluso en sus cuartos por años.

Normalmente el problema comienza en la adolescencia, tras sufrir casos de acoso escolar o de falta de adaptación, a causa de la tremenda presión social que existe en Japón para no salirse de la norma, según Mami Iwamoto, directora de un centro de rehabilitación para hikikomoris en Yokohama, al suroeste de Tokio.

Los individuos especiales sufren la presión de sus compañeros, ya que en Japón el aspecto exterior es muy importante, y algunos un buen día se encierran en su cuarto u otra habitación de la casa y se niegan a salir durante largos períodos de tiempo, que pueden durar hasta años.

Las causas no están claras

Si bien éstos son los síntomas de alrededor de un millón de japoneses, (aunque la cifra es difícil de calcular), las causas no están muy claras.

De la euforia económica de los 70 y los 80 se pasó a la crisis que terminó hace bien poco, y ahora los jóvenes no vislumbran un futuro tan claro como el que esperaba a sus padres cuando salían de la universidad.

La falta de perspectivas de futuro es un factor, aunque el fenómeno de los hikikomoris se produce exclusivamente en Japón, salvo algunos casos en Corea del Sur.

La rigidez social de la cultura japonesa imprime mucha presión a los jóvenes, de quienes se espera la excelencia en las actividades que desarrollan.

El elogio de la soledad

El experto Tamaki Saito, el primero en estudiar el tema, culpa en parte al tradicional elogio de la soledad en la cultura japonesa.

El fenómeno hikkikomori, que según Saito afecta a uno de cada 40 hogares japoneses, está relacionado en algunos casos con el otaku, palabra que describe a los fanáticos del cómics y los videojuegos.

Según Iwamoto, algunos hikikomoris pasan el tiempo durmiendo durante el día y jugando a videojuegos o navegando en internet, porque les resulta más fácil moverse en un mundo virtual que en el mundo real, donde es necesario hacer esfuerzos.

En lo que se considera una aproximación al problema típicamente japonés, los padres en muchas ocasiones no fuerzan al hikkikomori a que salga de casa y lo dejan estar, con la esperanza de que “ya pasará” el mal que afecta a sus hijos. Es común que la familia se avergüence de la situación y oculte que mantiene en su casa a un hikkikomori.

Según los expertos consultados por el Japan Times, no sólo son resultado de la larga crisis económica que azotó el país en los ‘90.

De hecho, la situación ha comenzado a preocupar a las autoridades japonesas, que deben afrontar el problema de la disminución de la fuerza laboral en un país que registra una de las menores tasas de natalidad del mundo.

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