Suelen producirse por una caída, aunque hasta las tareas domésticas pueden provocarlas si los huesos se han debilitado en exceso. No se conocen los factores médicos exactos que la ocasionan, pero sí muchos que contribuyen a su aparición.
Factores de riesgo
Envejecimiento: Después de los 35 años, el cuerpo construye menos hueso nuevo para reemplazar pérdidas. A más edad, menos masa ósea y mayor riesgo de osteoporosis.
Herencia y constitución: Un historial de fracturas en la familia, un cuerpo pequeño, delgado o de huesos pequeños y antecedentes asiáticos o caucásicos pueden aumentar el riesgo de padecerla.
Alimentación y estilo de vida: Una dieta baja en calcio y un estilo de vida sedentario se vinculan a la osteoporosis, al igual que el abuso del alcohol y tabaco.
Medicamentos y enfermedades: Como la diabetes, el hipertiroidismo, artritis reumatoide, la mala absorción intestinal y las alteraciones renales. El consumo prolongado de ciertos medicamentos (corticoides, heparina, diuréticos...) pueden favorecer su desarrollo, al igual que una menopausia precoz.
Sexo: Las mujeres son más proclives que los hombres.
Cómo prevenirla
Ejercicio: Un programa de ejercicio moderado (tres o cuatro veces a la semana) es muy efectivo. No importa la edad, la actividad física ayuda a paliar los efectos de la pérdida de hueso.
Vitamina D: Ayuda a la absorción de calcio. Los productos lácteos son una fuente óptima de este elemento; también existen suplementos dietéticos, pero hay que tener cuidado, pues en exceso puede ser tóxica.
Calcio: Los lácteos como los yogures y el queso o la propia leche son ricos en calcio. Otros alimentos beneficiosos son las sardinas y las hortalizas de hojas verdes, como el brécol. También se comercializan suplementos dietéticos.
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