Ni funcionarios ni vecinos

Amí también me gustaría tener sitio donde aparcar cuando voy al curro, o cuando traigo la compra a casa, pero formo parte de esa mayoría silenciosa –o no– que se busca la vida y deja el coche en Tegucigalpa y se patea la ciudad, o viene en moto.
Las quejas de los residentes en el casco antiguo porque los funcionarios del Ayuntamiento les invaden sus calles y ellos tienen más derecho que nadie a estacionar me parecen, con todos los respetos, signo si no de clasismo, sí de gusto por los privilegios. Y que los empleados municipales tengan descuentos o plazas reservadas, como han negociado aún sin éxito en alguna ocasión, no deja de ser otro agravio comparativo para el resto de currelas. Si uno elige vivir en la zona histórica de una ciudad, disfrutará de que su calle sea peatonal, tranquila o con mucha marcha nocturna..., pero se tendrá que resignar a aparcar lejos.

Igual, si trabaja como funcionario, porque gozará de una jornada más humana, sin horas extra, y no le podrán despedir, entre otras ventajas.

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