Prisiones castiga con un cambio de módulo a la asesina de Isabel Carrasco por portarse mal

  • Nada más ingresar en prisión, la asesina confesa de Isabel Carrasco estaba en el módulo 10 y su hija en el módulo 7 de la prisión de León.
  • En junio ambas consiguieron estar juntas en el módulo 7, al principio en celdas distintas y luego compartiendo celda.
  • Entonces comenzaron los problemas: la madre ejerció su influencia y ambas no colaboraron en la limpieza y desobedecían a los funcionarios.
  • Empezaron a acumular negativos y Prisiones las ha trasladado del módulo 7 (de respeto) al módulo 10, de régimen general.
  • Para llamar la atención, la madre se duchaba vestida y se dejó ver con la única presa etarra que cumple condena en León.
  • ESPECIAL: Asesinato de Isabel Carrasco.
A la izquierda, Montserrat González. A su derecha, su hija Triana.
A la izquierda, Montserrat González. A su derecha, su hija Triana.
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A la izquierda, Montserrat González. A su derecha, su hija Triana.

Como si estuvieran en un colegio, Montserrat González, la asesina confesa de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, y su hija Triana Martínez no hacen más que acumular negativos dentro de la prisión de Villahierro, en el municipio leonés de Mansilla de las Mulas. Pero no es un colegio, es una cárcel. Su mal comportamiento y su continua desobediencia a las normas de la prisión y a las indicaciones de los funcionarios han provocado que ambas reclusas acumulen un número importante de negativos (así los califica Instituciones Penitenciarias dentro del régimen penitenciario), y que como castigo hayan sido cambiadas de módulo, a la espera de que la dirección del centro penitenciario decida o no si les abre un expediente disciplinario. Para llamar aún más la atención, Montserrat, que lleva la voz cantante y tiene una gran influencia sobre su hija, se ha dejado ver en compañía de la única presa etarra que hay cumpliendo condena en León, Olga Comes, condenada a once años por intentar secuestrar al concejal del Partido Socialista de Euskadi (PSE) de Eibar Benjamín Atutxa.

Fuentes penitenciarias consultadas creen que esta indisciplina forma parte de una estrategia diseñada. Al día siguiente de su detención tras el crimen, madre e hija estaban separadas en dos comisarías distintas, pero los investigadores decidieron juntarlas por unas horas para ver si confesaban. La estrategia surtió efecto y la madre informó a su hija que lo iba a confesar todo, que ella asumiría toda la culpa y que luego se haría la loca. Dicho y hecho. Madre e hija ingresaron en prisión el pasado 15 de mayo, acusadas del asesinato de la política del PP. Al principio, ambas estaban separadas. La madre en el módulo 10 y la hija en 7. El comportamiento de la madre fue extraño, primero mostrando entereza y diciendo a todo aquel que la quería oír que la cárcel no estaba tan mal y luego intentando dejar entrever que estaba sufriendo episodios psicológicos un poco extraños. De hecho, se duchaba vestida para intentar llamar la atención.

Pero el 20 de junio la madre dejó el módulo 10 y fue instalada en el mismo módulo 7 que ocupaba su hija, que cuando estaba sola estaba mucho más abatida, su comportamiento era correcto y no llamaba la atención. Ambas habían solicitado por escrito a la dirección de la prisión poder compartir celda, dado que el juez no había solicitado incomunicación entre las acusadas. Al principio ocuparon celdas distintas y Prisiones mantenía activado el protocolo antisuicidios, lo que hacía que Montserrat y Triana estuvieran acompañadas durante las 24 horas por una reclusa de apoyo. Pero después pasaron a compartir la misma celda en el módulo 7. Entonces surgieron los problemas. El módulo 7 es seguramente uno de los mejores de la prisión, un módulo mixto (los hombres en la primera planta y las mujeres en la segunda) donde todos los presos comparten las instalaciones comunes, como el patio, los talleres y el comedor. Se trata de un módulo de respeto, donde hay presos poco conflictivos y que están apostando por su reinserción laboral.

De un módulo de respeto a uno general

Montserrat empezó a ejercer una gran influencia sobre su hija y ambas comenzaron una actitud de desobediencia que les ha llevado a acumular un número importante de negativos. No colaboraban en la limpieza de su celda y del módulo y no acataban muchas de las instrucciones de los funcionarios. Eso provocó que ambas fueran trasladadas del módulo 7 al módulo 10, el que antes ocupara la madre. Este módulo es de régimen general y exclusivo de mujeres. En el módulo 10 también comparten celda y la dirección del centro ya les ha retirado el protocolo antisuicidios.

La vida es distinta en el módulo 10 respecto al 7. Mientras que en este último, el módulo mixto de respeto, la celda permanecía abierta 24 horas, el horario y la disciplina son más severos en el módulo 10. La jornada empieza a las 8 de la mañana con el primer recuento y la limpieza de la celda. A continuación, el desayuno, y las actividades programadas. Cuatro horas para la vida en común en el módulo antes de un nuevo recuento tras la comida, fijada para la una de la tarde. Después regreso a la celda hasta las cuatro y media de la tarde. Luego un poco de patio en el que hay un pequeño gimnasio y una peluquería. Finalmente viene la cena entre las 20 y las 20.30 horas, nuevo recuento y a la celda a dormir, que se cierra hasta el día siguiente.

Montserrat González está acusada de disparar cuatro veces (tres balas impactaron en el cuerpo de Isabel Carrasco) contra la presidenta de la diputación leonesa el pasado 12 de mayo cuando la dirigente popular cruzaba la pasarela peatonal que une las calles Avenida Condesa Sagasta y Paseo Salamanca. Montserrat estaba sola en el momento de los disparos. Huyó y fue seguida por un policía jubilado que se cruzó en su camino y fue testigo del crimen. Tras andar unos minutos por varias calles del centro de León, Montserrat se encontró con su hija Triana y le entregó un bolso donde estaba escondida el arma. Ambas se separaron y Triana le entregó el arma a su amiga Raquel Gago, una policía local que es la tercera imputada del caso. Madre e hija se volvieron a encontrar después en la Gran Vía de San Marcos donde Triana esperaba a su madre montada en su Mercedes. Ambas fueron detenidas inmediatamente gracias a la intervención de dos testigos del crimen.

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