Drones: lo bueno viene ahora

Hace cinco años y medio, el 23 de enero de 2009, un avión no tripulado de la CIA destruía una casa en las regiones tribales de Pakistán. Era el primer ataque de un dron en la historia de EE UU y se producía tan solo tres días después de que el actual presidente de ese país, Barack Obama -que también ejerce de comandante en jefe de sus Ejércitos-, tomara posesión de su cargo. Los informes iniciales dijeron que habían muerto diez talibanes y que el objetivo era  considerado ‘de alto valor’. El ‘golpe’ fue considerado un éxito.

Pero pronto empezaron a conocerse informes de bajas civiles. Se supo que nueve civiles habían muerto en ese bombardeo, la mayoría de ellos miembros de una misma familia. Solamente había habido un superviviente, un niño de 14 años llamado Fahim Qureshi, que había sufrido terribles heridas, incluyendo heridas de metralla en el estómago, fractura de cráneo y la pérdida de un ojo.

En 2014 se han cumplido, pues, cinco años desde que se comenzaran a utilizar drones de guerra en el mundo. Según un informe de la Oficina de Periodismo Investigativo -una organización independiente y sin ánimo de lucro, con sede en el Reino Unido- entre enero de 2009 y enero de 2014 más de 2.400 personas habían sido víctimas de ataques de drones de EE UU en territorios de Pakistán, Afganistán, Yemen y Somalia, los países en los que se concentran más habitualmente este tipo de ataques. Al menos 273 de esas víctimas fatales eran civiles y muchas de ellas, niños. Al menos el 60% de los objetivos bombardeados fueron viviendas, aunque la mayor parte de los muertos se produjeron en ataques a lugares públicos concurridos, como mezquitas y madrasas.

Pero en estos años no solo ha crecido la cifra de muertos por bombardeos de drones en esa guerra imprecisa ‘contra el terror’ que libran los gobiernos de Occidente. También ha crecido la imagen del dron como herramienta bélica. Hablar de drones en los países de Oriente Medio y Lejano es hablar de muerte. Y sin embargo, no debería ser exactamente así.

Las cosas están cambiando en el mundo del dron. En los últimos dos años, los drones de uso civil comienzan a adaptarse a muchos sectores económicos y profesionales. La aplicación de estos ‘vehículos aéreos no tripulados’ a operaciones científicas, logísticas, deportivas, informativas, medioambientales, de control de desastres... está creciendo exponencialmente. Y, a medio camino entre lo militar y lo civil, la seguridad parece estar muy atenta a las posibilidades que ofrece.

Por ejemplo, en marzo, un dron ha conseguido filmar, en plena erupción, el volcán Monte Yasur, en una de las islas del archipiélago Vanuatu (océano Pacífico). Y se utilizan drones para labores de cartografía, oceanografía, meteorología, etc.

Amazon es otro ejemplo, pues la empresa minorista online más grande del mundo, está probando drones para entregar mercancías a sus clientes. “Sé que parece ciencia ficción, pero no lo es”, declaró su propietario, Jeff Bezos. Bezos cree que tardarán unos cinco años más en hacer completa realidad este servicio, al que han denominado Prime Air.

Kenia anunciaba el pasado marzo que planea utilizar drones para luchar contra los cazadores furtivos de elefantes y rinocerontes, al tiempo que endurece las penas contra ellos.

Lakemaid Beer, una cervecera del Estado de Wisconsin (EE UU) está probando drones para entregar sus productos a clientes que residen en regiones lejanas. Piensan, incluso, en alcanzar barcos pesqueros en medio del hielo.

¿Y respecto a la seguridad?

Bueno, este es un tema peliagudo en el que podemos encontrar ejemplos para todos los gustos, desde cuestiones anecdóticas hasta cuestiones que pueden incidir peligrosamente en la libertad de los individuos.

Y como anécdota tenemos que, a mediados de junio, la selección de fútbol de Francia solicitó a la FIFA que investigara sus sospechas de que se había utilizado un dron para espiar sus entrenamientos antes del debut.

O que las autoridades rusas capturaran a principios de mayo un dron lituano de manufactura artesanal que transportaba unas 500 cajetillas de cigarrillos de Rusia a Lituania, donde el precio es el doble.

En enero, el periódico belga De Staandard publicaba un reportaje sobre una escuela (la Thomas More Mechelen) cuyos profesores planean utilizar pequeños drones silenciosos y con cámara para vigilar durante los exámenes a los estudiantes que suelen hacer trampas. Su problema era la duración de las baterías, de solo 15 minutos. Creen que en el área ‘educativa’ el futuro de los drones es “muy prometedor”.

Pero hay usos más polémicos, que sí que darán que hablar en el futuro. Una empresa de Sudáfrica -la Desert Wolf- presentaba hace escasamente un mes y medio el dron antidisturbios Mofeta, capaz de lanzar gas pimienta y balas con tinta y de plástico. Ha sido diseñado para dispersar manifestaciones “sin que peligre la vida del personal de seguridad”. Irá equipado con cuatro fusiles de paint ball, luces estroboscópicas, láseres cegadores, un altavoz, dos cámaras de vídeo y una cámara térmica. Podrá disparar 20 balas con tinta y 80 balas con gas pimienta por segundo. Ya tiene pedidas 25 unidades.

La empresa Chaotic Moon, de Texas (EE UU) también ha presentado, en marzo, un modelo de dron de seguridad que va a traer cola. Se trata de un hexacóptero equipado con un sistema eléctrico de incapacitación que puede dar una descarga de 80.000 voltios mediante un dardo.

A principios del mes de junio, las autoridades estadounidenses autorizaron el uso de aviones no tripulados sobre territorio de EE UU por parte de empresas privadas, algo que no estaba permitido hasta ese momento, aunque tampoco estaba expresamente prohibido. La autorización se hacía efectiva, en concreto, para empresas petroleras y constructoras en territorios de Alaska. La Administración Federal de Aviación (FAA) anunciaba, además, que estaba estudiando dar otros permisos a siete  empresas de producción cinematográfica y de televisión, para pudieran utilizar drones con cámaras para hacer tomas aéreas.

Drones en España: mucho por hacer

Pero si en el caso de los drones estadounidenses lo permitido y lo prohibido no termina de estar claro, en España el Gobierno aprobó, a principios de julio, el marco legal -temporal, eso sí- que estipula los requisitos que deben cumplir los drones, sus pilotos y las empresas que los usen. Se prevé que un dron pueda ser empleado en investigación, incendios, cartografía aérea, actividades de vigilancia y seguridad, publicidad, emergencias, búsqueda y salvamento...

De momento se mantiene la prohibición de sobrevolar núcleos urbanos y se distinguen tres categorías de drones: que pesen menos de 2 kg, entre 2 y 25 kg, y de más de 25 kg. Todos los aparatos deberán de tener una matrícula de identificación y los pilotos que manejen los vehículos desde tierra tendrán que sacar una licencia de piloto de cualquier tipo o demostrar de forma fehaciente sus conocimientos y aptitudes.

En España hay, en estos momentos, alrededor de 20 empresas que producen drones y unas 200 alrededor del mundillo de estos vehículos. Entre ellas se encuentra Drones Rescue Spain (DRS), un grupo mezcla de profesionales y aficionados a los drones que, en trance de convertirse en asociación, se organiza a través de Facebook. Entre ellos hay fabricantes de drones casi artesanales, pilotos avezados (alguno, piloto de helicóptero), aficionados al cine y la TV con sofisticados equipos de filmación, publicistas, comerciales...

Ponen sus equipos y servicios a disposición de organismos oficiales o particulares para realizar labores de salvamento, control de incendios, cartografía, situaciones de emergencia, etc.  En el sector español del dron se calcula que, en un par de años, podría llegar a haber entre 700 y 1.000 empresas y más de 10.000 pilotos. Las oportunidades serán mayores en la gama de aparatos inferiores a los 25 kilos.

Tipos de drones

  • Militares. El Ejército de EE UU, prácticamente el único que se sirve de drones para sus bombardeos, tiene varios modelos, aunque el que se utiliza habitualmente es el Global Hawk (izda.), un aparato de 40 metros de envergadura y 14,5 metros de largo, capaz de volar durante 30 horas y de alcanzar una altitud operativa de hasta 18.000 metros.
  • Reparto. Amazon está utilizando para sus primeras pruebas de entrega de mercancías un tipo de dron llamado Octocóptero, que podría entregar paquetes de hasta 2,3 kg de peso -un 85% de los pedidos de Amazon- una media hora después de haberse realizado. De momento, solo se estudia desarrollarlo en EE UU. La compañía de correos alemana Deutsche Posto-DHL también realiza experimentos en ese sentido.
  • Fotografía y filmación. La utilización de cámaras en drones tiene enormes posibilidades en los campos de la televisión, el periodismo y el cine. Incluso aparatos de menos de 2 kg de peso pueden portar una cámara. La FAA estadounidense está investigando, en este sentido, casos de uso impropio por parte de periodistas, y pretende restringir  las situaciones en las que se pueden obtener imágenes con drones.
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