Exhiben los grabados combativos y antifascistas del Taller de Gráfica Popular mexicana

  • Fundado en 1937, el colectivo produjo hasta los años cincuenta el mejor arte gráfico de las Américas antes y durante la II Guerra Mundial.
  • El antimilarismo, la unión obrera y el antifascimo dominaban el temario de los pósters, carteles, banderolas y panfletos que produjo el colectivo.
  • Entre los 40 artistas predominaban los estalinistas y varios participaron como voluntarios en un atentado para asesinar al refugiado ruso León Trotski.
Cartel antifascista de Angel Bracho
Cartel antifascista de Angel Bracho
The Art Institute of Chicago. Print and Drawing Club Fund
Cartel antifascista de Angel Bracho

La Revolución Mexicana de 1910 —un conflicto armado cuyo final algunos establecen en 1917 y otros prolongan hasta 1920— marcó con su impacto toda la producción artística del país durante las décadas siguientes. Fueron quizá las artes plásticas las que mejor aprovecharon el marco histórico y el patrocinio del Estado para proclamar la necesidad de la justicia social y el reparto equitativo de la riqueza y los grabadores emregieron como los grandes cronistas gráficos de la época.

Tras la disolución a mediados los años treinta de de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, en 1937 fue fundado el Taller de Gráfica Popular, también conocida por las siglas TGP, un colectivo de grabadores que, como aquellos, profesaban la ideología comunista dictada desde la URSS. Lo montaron los mexicanos Leopoldo Méndez (1902-1969) y Luis Arenal Bastar (1908-1925) y el estadounidense Pablo O'Higgins (1904-1983) con el objetivo de utilizar el arte para fomentar causas sociales revolucionarias.

Comunistas estalinistas

El taller, que pronto congregó a más de 40 artistas, casi todos comunistas y estalinistas, se volvió una base de actividad política y propaganda. Hasta los años cincuenta, cuando languideció por la difusión internacional de las matanzas cometidas por el poder en la URSS, produjo el mejor arte gráfico de las Américas durante la época previa y posterior a la II Guerra Mundial.

What May Come: The Taller de Gráfica Popular and the Mexican Political Print (Lo que está por venir. el Taller de Gráfica Popular y al grabado político mexicano), hasta el 12 de octubre en el Art Institute of Chicago (EE UU), reúne una selección de la producción de esta célula combativa de artistas, montada en torno a la producción y edición gratuita de material de propaganada para apoyar causas sociales y, sobre todo, alertar del peligro del fascismo en una época en que las ideologías de las dictaduras de Hitler, Mussolini y Franco tenían eco y seguidores al otro lado del Atlántico.

'Asequibles, legible y formalemente convincentes'

La exposición muestra un centenar de grabados salidos del taller y los organizadores destacan que, más allá del contenido político, eran "populares, asequibles, legibles y formalemente convincentes". Cartelería, pósters, panfletos, hojas volanderas y banderolas se exhiben tomando como inicio el grabado What May Come, encargado por el museo en 1945 al artista Leopoldo Méndez (1902-1969), uno de los más dotados y prolíficos de los miembros del TGP y, además, un claro ejemplo de cómo el colectivo aprovechó la ironía sarcástica de José Guadalupe Posada (1852-1913), el pionero que había caricaturizado con sus calaveras sonrientes a la sociedad mexicana de antes y después de la revolución.

El empuje del trabajo del colectivo tuvio gran influencia en el extranjero en los círculos políticos antifascistas europeos y estadounidenses. En el crisol de movimientos políticos enfrentados de entre los años cuarenta y cincuenta, los más de cuarenta artistas que formaron parte del TGP —a veces firmaban algunas obras, pero solían trabajar como colectivo y atribuir la autoría al taller— se situaron con claridad en la órbita del estalinismo que profesaba el Partido Comunista Mexicano, fiel a los dictados de Moscú.

400 balas contra Trostki

Cuando el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros organizó en 1940 un plan para asesinar al rival político de Stalin León Trotski, refugiado en México desde 1939 gracias a las gestiones de los también artistas Frida Kahlo y Diego Rivera, reclutó a los mercenarios entre los miembros del taller y colocó como jefe del comando a Arenal Bastar, uno de los fundadores. El plan falló porque los asaltantes, que llegaron a disparar 400 tiros, se movieron con torpeza, pero unos meses después Trotski sería víctima mortal de un segundo atentado, esta vez perpretado por el comunista español Ramón Mercader.

Pese a que las obras que salieron del TGP adolecían de cierta simpleza conceptual, los grabados abrazaban el simbolismo y el constructivismno con valentía vanguardista y espíritu satírico al tiempo que ofrecían una visión romántica del comunismo y de los principios de la revolución. La exposición muestra obras de todo cariz, desde manuales a carteles de grandes dimensiones e ilustraciones para libros.

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