Tienen un espíritu entre artesanal y vanguardista, a veces la imagen acompaña al texto, otras veces lo sustituye descaradamente o lo engulle, echando por tierra lo que solemos entender por libro. Desde hace más de cien años los artistas se han servido de los libros demostrando que no sólo representan un medio para transmitir contenidos, sino que puede convertirse en un viaje loco y creativo de ideas.

La Fundación Juan March de Madrid inaugura el 23 de julio Libros (y otras publicaciones) de artista, 1947-2013, un conjunto de piezas que hasta el 30 de agosto ilustran las iniciativas artísticas en torno al libro, cómo los artistas, diseñadores, escritores y poetas han sacado partido a las posibilidades del formato. Entre los testimonios entre literarios, artísticos y fotográficos —todos procedentes de los fondos del centro— hay trabajos de Picasso, Pierre Bonnard, Raymond Queneau, Tàpies, Alberti, Antonio Saura, Dalí, Julio Cortázar, Octavio Paz, Brassaï, Gustavo Torner, Eduardo Chillida, Pablo Palazuelo, Lyonel Feininger, Eusebio Sempere, Luis Feito, Sol LeWitt...

Para trazar los comienzos de esta fusión entre la edición, la literatura y el arte hay que remontarse a comienzos del siglo XX. Un coup de dés (Una tirada de dados) el último gran poema del simbolista francés Stéphane Mallarmé escrito en 1897, contiene el espíritu del libro artístico: el autor quiso publicar la obra en una edición experimental, para muchos anticipadora del hipertexto, pero murió en 1898 antes de conseguirlo dejando sin embargo las instrucciones para su creación.

Las vanguardias aprovecharon el formato para exhibir orgullosas colecciones de obras en las que poemas, dibujos, ensayos, litografías y manifiestos se fundían para presentar las ideas rompedoras del dadaísmo, el futurismo, el surrealismo...

En los años sesenta el libro de artista fue una muestra "del ambiente rupturista de los años sesenta, con sus ideas de democratización, difusión pública y universal del arte". "Los libros de artista (...) son obras de arte que quisieron contravenir el concepto de valor del mercado, orientado a la individualidad original, la pequeña tirada, la obra firmada y sus receptáculos institucionales, la galería y el museo", señala el editor, comisario y ensayista de arte Guy Schraenen, citado por los organizadores de la muestra.

En la Fundación Juan March el recorrido de la exposición se inicia con ejemplares donados al centro procedentes de las valiosas bibliotecas de Fernando Zóbel en 1981 y de Julio Cortázar en 1993 y diversas muestras de la edición de arte en España. Hay lugar especial para varios ejemplares de la innovadora revista de arte Derrière le Miroir de la Galería Maeght de París (editada entre 1946 y 1982), que unía a los escritores y a los artistas más destacados del momento en textos ilustrados y mostró su gusto por la obra de Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo.

Para terminar, una recopilación de inspiradores tomos y publicaciones de los sesenta en adelante ilustran el atractivo visual de un formato que sobrevive a la era digital también como soporte para el artista, que sigue disfrutando del placer de manejar, tocar y manipular el papel encuadernado.