Algunas personas han optado por pasar la noche al raso para no perder su turno. Este es el caso de un marroquí, el primero en la larga cola formada ante la oficina situada en la calle Agustín de Foxá en Madrid. "Ayer estuve toda la tarde haciendo cola, pero cerraron las puertas delante de mi y llevo desde entonces aquí", señaló este ciudadano que contaba satisfecho cómo se han ido organizando entre ellos para controlar el acceso a la oficina.
A pesar de esta organización y de figurar los nombres de los inmigrantes que iban llegando a la oficina en una lista, que llegaba hasta casi el número 200, "para que así nadie se pueda colar", nada más abrirse las puertas se produjeron unos momentos de tensión entre los que esperaban en orden y unos cuantos que se agolparon ante el acceso.
La tranquilidad vivida en estos primeros momentos del último día previsto para la atención de peticiones de regulación de inmigrantes, contrastará, según varios de los que esperaban en esta cola, con la que se vivirá a últimas horas de la tarde de hoy. "Esta noche si que esto va a ser una locura y se van a producir muchos momentos tensos", auguraba el ciudadano marroquí segundos antes de entrar en la oficina en la que debía aportar la documentación necesaria "no son más que tres documentos, no es complicado".
La necesidad de hacer fotocopias de estos documentos puso un poco nerviosos a algunos ciudadanos que hacían cola ante la oficina situada en la calle Guzmán el Bueno de la capital, donde a las 9,30 horas ya habían sido atendidas más de cincuenta peticiones, y ante cuya puerta se encontraban otro medio centenar de inmigrantes.
La primera que esperaba para acceder a la oficina era una joven rumana que había llegado a las 8 de la mañana. "Esto va muy rápido, y además aquí no viene mucha gente para arreglar los papeles, al menos por ahora".
También aquí, y a pesar de la poca gente que esperaba, hubo alguna discusión con personas "que se ponen en la puerta y, sin respetar el turno, intentan entrar", comentaba una mujer española que esperaba presentar la documentación de la joven suramericana que la acompañaba.
El policía que se encontraba en la puerta tranquilizaba a la mujer y le comentaba que nadie que no estuviera guardando el orden de la cola iba a entrar en esta oficina, en la que, debido a la escasa afluencia de inmigrantes, no ha sido necesario que entre ellos confeccionaran listas de acceso.
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