El oso hallado en Quirós murió por una infección y lesiones de otro animal, según la necropsia

La necropsia del oso que fue hallado muerto en Quirós, el pasado 10 de junio, encargada por la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos a la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, señala que la causa de su muerte se debió a las lesiones traumáticas superficiales y leves que tenía el animal, posiblemente ocasionadas por otro oso, y por una infección, concretamente, una miositis gangrenosa generada por las bacterias Clostridium sordelli y Clostridium speticum.

La necropsia del oso que fue hallado muerto en Quirós, el pasado 10 de junio, encargada por la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos a la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, señala que la causa de su muerte se debió a las lesiones traumáticas superficiales y leves que tenía el animal, posiblemente ocasionadas por otro oso, y por una infección, concretamente, una miositis gangrenosa generada por las bacterias Clostridium sordelli y Clostridium speticum.

El informe de la necropsia, rubricado por el catedrático de Histología y Anatomía Patológica del Departamento de Sanidad Animal de la universidad leonesa, Juan Francisco García Marín, señala que el intenso edema en las lesiones de origen traumático estaría propiciado por las lesiones vasculares ocasionadas por las bacterias aisladas.

Explica que las lesiones no traumáticas se corresponden con una miositis gangrenosa como las que padecen los animales domésticos y salvajes, incluido el oso pardo, por bacterias del género Clostridium. Y afirma que en el estudio radiológico realizado al cadáver no se observó ninguna alteración ósea ni la presencia de proyectiles o fragmentos de los mismos, apuntan desde el Gobierno del Principado en nota de prensa.

El animal era un oso pardo adulto macho, de unos tres años y 60 kilos de peso, que presentaba un desarrollo escaso para la edad estimada y un adelgazamiento acusado, con ausencia de grasa y con pérdida parcial de la grasa de la pelvis renal y coronorarias, siendo sustituida por tejido gelatinoso, así como atrofia moderada de la musculatura esquelética. Todo ello indicaría adelgazamiento acusado e inicio de caquexia.

El estudio señala que el oso muerto podría ser portador de la bacteria en su digestivo, lo que suele ser lo más habitual, o en el músculo por heridas antiguas. No obstante, dada la forma de presentación de las lesiones, la diseminación y el número de bacterias en amplias masas musculares así como en estómago e intestino, el catedrático se inclina a pensar que lo más probable sería una invasión del músculo desde el tubo digestivo, algo que pudo verse favorecido por el estado de debilidad del animal y los traumatismos recibidos. Además, añade que la enfermedad diagnosticada tiene un carácter sobreagudo, por lo que pudo haberse iniciado entre 10 y 15 horas anteriores a su muerte, como máximo.

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