Musulmanes de Barcelona avalan una mezquita más pequeña, pero céntrica y simbólica

  • Fieles musulmanes explican durante los rezos del Ramadán que necesitan más espacio para orar, a parte de los 21 oratorios en bajos y garajes.
  • Apuestan por un centro que los barceloneses "sintieran como suyo".
  • Consideran que a un año de las elecciones municipales el debate no prosperará.
  • La comunidad islámica estaría dispuesta a rebajar el proyecto de la Monumental para que el oratorio tenga capacidad para 4.000 fieles y no 40.000.
Cuando el sol se ha puesto ya, vecinos del Raval de origen pakistaní, senegalés, indio o magrebí rompen el ayuno y comparten la comida y la bebida en el suelo del oratorio.
Cuando el sol se ha puesto ya, vecinos del Raval de origen pakistaní, senegalés, indio o magrebí rompen el ayuno y comparten la comida y la bebida en el suelo del oratorio.
Hugo Fernández
Cuando el sol se ha puesto ya, vecinos del Raval de origen pakistaní, senegalés, indio o magrebí rompen el ayuno y comparten la comida y la bebida en el suelo del oratorio.

Como cada noche durante el mes del Ramadán, decenas de vecinos del Raval, la mayoría pakistaníes, dirigen sus pasos rápidamente hacia el oratorio del Centro Islámico Camino de la Paz. El sol se ha puesto ya y rompen el ayuno que han mantenido desde la salida del sol, con lo que pueden compartir la comida y la bebida con el resto de fieles musulmanes. Este es uno de los 21 oratorios islámicos con que cuenta Barcelona, una ciudad que no tiene mezquita.

Mientras sentados en el suelo comparten el biryani (una receta pakistaní de arroz que comen con los dedos), los dátiles, plátanos y la tan anhelada agua, son diversos los fieles musulmanes que explican a 20minutos que no les ha sorprendido la información de que existe un proyecto para construir una gran mezquita en la Monumental. Hace ya años que la comunidad musulmana está detrás de la construcción de un gran oratorio, para lo cual han recurrido a fondos saudíes y ahora catarís.

"Pero con una mezquita más pequeña ya nos conformaríamos" aclara entre sorbo y sorbo de agua, antes de los rezos, el director de esta pequeña comunidad, Muhammad Iqbal-Chauhdry. Con un aforo para unas 4.000 personas ya sería suficiente, dice. Por lo tanto, estarían dispuestos a aceptar una rebaja de dimensiones respecto al proyecto de la Monumental, que preveía 40.000 fieles. "Debería ser un centro que perteneciera a toda la ciudadanía, que todos los barceloneses sintieran como suyo", desea este pakistaní afincado en el Raval desde hace más de 20 años.

Para la comunidad musulmana la mezquita "es un símbolo". Un centro de culto de nueva planta, con su minarete, su patio con fuentes dónde hacer las abluciones y su oratorio. Un recinto que no existe en una de las mayores ciudades del Estado pero sí en Fuengirola, Valencia o Marbella.

Para todos estos barceloneses, que hace décadas que se han instalado en uno de los barrios con más inmigración de la ciudad, la apertura de los primeros oratorios ya fue una fiesta. Recuerdan cuando debían rezar en la calle por falta de espacio en los bajos y garajes o cómo celebraban sus primeras fiestas del cordero en un parque que previamente debían limpiar de excrementos de perro.

Arshad Meahmood llegó hace ya 25 años a Barcelona, una ciudad que adora y en la que, cuenta, ha tenido siempre buenas relaciones. "Ahora, gracias a dios, tenemos oratorios", explica sonriente, pero añade que " es necesario que haya una mezquita". Así lo expresa también Mohammad Khalid, vecino del Raval, que desearía "más espacio para rezar" y considera que la construcción de este centro religioso crearía empleo.

Rezar en un polígono

¿Pero necesitan una mezquita en el centro? Se les ilumina la cara y retuercen entre sus manos el topi (el gorro que usan para cubrirse el pelo mientras rezan) al recibir esta pregunta. Se ilusionan ante la idea y aducen que ahora les falta espacio. Muhammad Iqbal-Chauhdry va más allá: "¿por qué debemos construir la mezquita en un polígono? ¿Se construyen guarderías o mercados?". Explican que la ubicación dentro del casco urbano no implicaría un alud de musulmanes yendo a rezar allí cada día, sería un punto de encuentro para conmemorar festividades especiales.

En este y en muchos detalles se pone de relieve que existe un total desconocimiento de la religión islámica y de sus seguidores. "Primero habría que hacer pedagogía". Creen que, más allá del derecho a la libertad religiosa, la población (y los políticos) comprenderían el por qué de la construcción de una mezquita. Todos coinciden que a un año de las elecciones a la alcaldía el debate no llegará muy lejos.

Es ya medianoche y en el oratorio no cabe ni un alfiler. Ajenos a cualquier polémica sobre un proyecto faraónico y las voces alzadas ya en su contra, mañana tocará volver al trabajo sin poder probar bocado hasta el anochecer. Llegará luego el momento de volver a compartir la cena y los rezos sobre una moqueta colocada en unos bajos del Raval hace casi 20 años. Y parece que será la misma durante muchos años más.

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